El gallego José María Merino nunca me ha defraudado cuando he
tenido la idea de acudir a sus libros. Es así de fácil y de hermoso. Nunca. Con
el pulso firme que imprime a sus historias consigue en todo momento (desde que
comencé a leer sus libros, allá por 1993) capturar mi atención y convencerme.
Lo ha hecho también con estos Cuentos de
los días raros, que le publicó el sello Alfaguara en 2004 y que constituye
todo un festival de la imaginación.
El interés casi erótico que comienza a sentir el profesor
Souto por el artilugio informático con el que está trabajando; la capacidad
mágica que tiene un hombre para, concentrándose, ingresar en el mundo paralelo
de Baldería; el hermano que retorna de Australia quince años después de irse y
que se comporta de un modo extrañísimo en el ámbito de la familia; la
melancolía de Víctor, que comprende que cuando dejó marchar a Albina malbarató
todas las posibilidades de ser feliz en el futuro; los tres músicos de Metro
que, cuando tocan cierta melodía, logran abrir un portal hacia otro universo
bellísimo, en el que no pueden entrar pero cuya contemplación los conforta y
embriaga; el niño inocente que, durante una excursión, experimenta visiones
sobre los antiguos pobladores romanos de la zona; o la casa que cambia
mágicamente de lugar en virtud de las emociones que la impregnan son solamente
algunos de los ingredientes maravillosos que Merino nos regala en estas páginas
magistrales, que dejan huella indeleble en la memoria de quienes se pasean por
ellas.
Es un maestro.
1 comentario:
Mira, lo mío, muchos cuentos y muchos días raros 🙄😅
Que sí, que me has convencido.
Besos 💋💋💋
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