Uno de
los episodios menos conocidos de la vida de Fernando Pessoa es que una vez que visitó
Fátima fue testigo de un avistamiento ovni. Al principio, creyó encontrarse
ante una aparición mariana, porque la femenina figura de luz que se plantó ante
él sonreía y lo llevó durante unos instantes a la confusión; pero poco después
pudo adentrarse en una nave espacial situada a las afueras de la localidad y
constató que no se trataba de la Virgen María, sino de un robot extraterrestre.
También el escritor vasco Pío Baroja tuvo ocasión de contemplar el despegue de
un objeto de grandes dimensiones, tripulado por figuras enigmáticas.
José Luis
García Martín nos cuenta estas historias en su asombroso libro Sherlock Holmes en Venecia, que publicó
hace un par de años el sello Newcastle Ediciones y que se completa con otras
narraciones divulgativas no menos espectaculares, como la que relaciona el
asesinato de Prim con el poeta Gustavo Adolfo Bécquer, la que muestra a Jorge
Luis Borges acobardado ante el hieratismo manipulador de María Kodama, la que
resume el encuentro de Luis Cernuda con un fantasma o la que revela la
existencia de un poemario de amor (inédito) que Rafael Alberti entregó
manuscrito a su amante Beatriz Amposta.
Todas
estas páginas (el autor se apresura a subrayarlo desde el título de la obra)
son “historias verdaderas”, y lo cierto es que yo acepto sin reservas esta
solemne declaración y que pondría la mano en el fuego por la exactitud del
sintagma. Y no sólo son verdaderas, sino que también constituyen una delicia
desde el punto de vista narrativo. Por eso me permito sugerir su lectura: unas
horas de amenidad literaria de alta calidad.
1 comentario:
Pues no se hable más. A la saca.
Besos.
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