Durante
años se mantuvo a la sombra de Jorge Luis Borges, en una penumbra provocada involuntariamente
por la genialidad del creador de El aleph,
pero el talento de este bonaerense se acabó imponiendo de la forma más eficaz:
dando a la imprenta libros memorables. No llegó a la altura de su amigo íntimo
(afirmar otra cosa sería exagerar o mentir), pero Bioy nos dejado un buen
número de páginas que merecerán, casi seguro, la indulgencia del porvenir. Una
de las obras que engrosan esa nómina es El
héroe de las mujeres, aparecida en 1978 y formada por una serie majestuosa
de relatos de notable factura.
Véase, por ejemplo, “De la forma del mundo”,
donde juega con geografías fantásticas o enigmáticas y con contrabandistas
misteriosos, que frecuentan un túnel que une, en apenas unos minutos, Argentina
y Uruguay (separados por 400 kilómetros de distancia). O ese inquietante
sanatorio donde se descubre el método para convertir el dolor de sus pacientes
en energía eléctrica (la película norteamericana “Monstruos S.A.”, que explora
una temática parecida, se estrenó dos años después de la muerte del escritor).
O el humorístico periplo de amantes que frecuenta un hombre que, tras abandonar
a su esposa, no encuentra más que mujeres interesadas en la fijación de médanos
(“Una guerra perdida”). O la obsesión del joven peón Luisito con labrarse un
futuro, aunque sea a costa de relacionarse con malevos de baja catadura (“Lo
desconocido atrae a la juventud”). O el relato de espíritu metafórico en el que
una dama de noble condición que viaja en un barco sospecha que los pasajeros de
medio pelo están acabando con los privilegiados, lanzándolos por la borda (“La
pasajera de primera clase”). O, en fin, el espléndido relato que da título al
volumen, modélico en sus juegos elusivos y en su mensaje argumental…
Adolfo
Bioy Casares, maestro discreto. Adolfo Bioy Casares, un grande.
1 comentario:
Me has ganado con lo de "geografías fantásticas o enigmáticas" ahora no pienso en otra cosa 😉
Besitos carinyet 💋💋💋
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