He
degustado muchas páginas de Antonio Orejudo, desde aquellas Fabulosas narraciones por historias que
le publicó la editorial Lengua de Trapo con el segundo apellido incluido
(“Antonio Orejudo Utrilla”); pero Los
Cinco y yo, que acabo de terminar, me ha dejado más bien frío. Y reconozco
que me da rabia, porque yo también me eduqué literariamente con aquellos niños
británicos, que siempre encontraban misterios laberintos subterráneos para
explorar. Entiendo los juegos de autoficción que maneja en la obra, entiendo el
humor de introducir a su amigo Rafael Reig como autor de un libro ficticio que
lo incluye, entiendo los equilibrios lúdicos entre la realidad y la
imaginación… pero no me he sentido embriagado por la obra en ningún momento.
El punto
de partida, poliédrico y sugerente, me provocó curiosidad: ¿cómo serían las
vidas de los protagonistas de aquellas novelas de Enid Blyton una vez que
hubieran llegado a la madurez? ¿Seguirían siendo aventureros o se habrían
transformado en personas sedentarias? ¿Engordarían o se mantendrían en forma?
¿Jorge (Jorgina) se habría decantado por el lesbianismo? ¿Alguno de ellos se
habría enriquecido? También me gustó mucho la forma en que el autor de la
novela comenzaba a contar su (aparente) propia niñez. Pero luego algo se
perdió, una conexión no funcionó bien, se diluyó la magia. No sabría explicarlo
con más palabras. Era como si todo se llenase de niebla y no supiera por qué
pasillo iba avanzando, página a página.
Obviamente,
me leeré la siguiente obra de Antonio Orejudo, porque creo que es uno de esos
narradores limpios y sabios a quienes se debe frecuentar. No haberme sentido
seducido por una de sus obras no me impedirá seguir tributándole horas de
lectura.
2 comentarios:
Pues vaya, he leído el título y mm e habia transportado a las novelas de Enyd Blyton...🙄😘
El título es muy sugerente para los que somos de esa generación que creció con Los Cinco. Lástima que no sea tan sugerente el interior. Saludos.
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