Termino un volumen casi
aforístico, que me convence, me intriga, me irrita y me seduce, según las
páginas: Dirección única, de Walter
Benjamin, traducido por Juan J. del Solar y Mercedes Allendesalazar (Alfaguara,
Madrid, 2002). Pese a los retratos literarios que he leído suyos en revistas y
libros (algunas páginas que me embriagaron, firmadas por Antonio Muñoz Molina),
nunca había leído nada de este pensador. Se me antojaba abstruso, no sé bien
por qué. Un prejuicio como otro cualquiera, claro está. Tras cerrar la última
hoja de este tomo ya sé que no será el último que lea de él.
“Las opiniones son al gigantesco aparato de la
vida social lo que el aceite es a las máquinas. Nadie se coloca frente a una
turbina y la inunda de lubricante”. “Convencer es estéril”. “La posteridad
olvida o enaltece. Sólo el crítico juzga en presencia del autor”. “Qué gustosa
y embusteramente cuentan los libros y las prostitutas cómo han llegado a ser lo
que son”. “Sólo entiende lo que son cuerda y madera aquel a quien van a
ahorcar”. “La incolora llama de la ironía”. “En verano llama la atención la
gente gorda; en invierno, la delgada”. “La mirada es el poso del hombre”. “Nada
hay más pobre que una verdad expresada tal como se pensó”. “Dios cuida de la
nutrición de todos los hombres; y el Estado, de su desnutrición”.
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