La mayor
parte de nosotros somos, aunque no lo queramos reconocer, seres desvalidos,
personas cercadas o amenazadas por la soledad, la decepción, el fracaso o el
miedo. Y el gran proyecto acometido por algunos escritores consiste,
precisamente, en dar voz a esa carne sufriente, en explicarnos cómo es la vida
de quienes no brillan, de los náufragos sociales, de —para decirlo con Mariano Azuela— “los de abajo”.
Carmen Martín Gaite, en su colección de relatos Las ataduras, nos acerca a siete de
estas situaciones con un enfoque empático, con un “objetivismo compasivo” (si
se me permite la fórmula). En apariencia, se limita a exponernos unos hechos, a
hacernos llegar unas historias tristes, lamentables, injustas; pero de su
visión no se deriva la asepsia sino la ternura agazapada, que impregna el fondo
de sus párrafos. “Compadecer” no revela en la escritora salmantina un
pensamiento de superioridad, ni una mirada que se lance hacia abajo, sino la
voluntad humanista —y rigurosamente etimológica— de “padecer con”. Aceptando
ese modus operandi entenderemos mucho mejor a Alina (que salió de un pueblo de
Orense y cumplió su sueño de vivir en París para, a la postre, no alcanzar la
dicha), a Juan (el niño diferente, que sobrevivió a una meningitis y que espera
el retorno de su único amigo), a Emilia (que se ha convertido en la segunda
esposa de un hombre adusto que no le permite mantener relación con su hermana,
por juzgarla una “perdida”), a Ascensión (una cuidadora de niños que vive
alienada y sin merecer el respeto de quienes la han contratado), a María (que
perdió a su única hija y no encuentra ya alicientes en su vivir cotidiano), a
Milagros (que malvive en una chabola y ve en el médico don Mariano la única
salida hacia la dignidad) o a Pedro (desdeñoso marido que, tras el abandono de
su esposa, descubrirá el vértigo del vacío).
Espíritus heridos, vidas maltrechas y una narradora
excepcional conforman un volumen memorable, al que conviene acudir.
2 comentarios:
Este libro fue uno de los que me acompañó durante el postoperatorio de cuore, y no se si me trae buenos o malos recuerdos, pero lo que se tengo claro es que es una gran novela.
Un besito.
Apenas he leído nada de esta autora. Quizás le daré una oportunidad, aunque parece que no es muy apropiado para subir el ánimo. Saludos.
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