Errará
quien, engañado por el título resumido de este volumen (El político), se aproxime a sus páginas imaginando que encontrará
en ellas un manual de rango sociológico o filosófico. Cuando pase la cubierta y
llegue a la portada descubrirá que el marbete auténtico y completo de la obra
es El político don Fernando el Católico,
un tratado panegírico que Baltasar Gracián compuso en 1640 y que, leído casi
cuatrocientos años después, ha perdido casi por entero su atractivo intelectual
y ha visto erosionadas sus magras virtudes estilísticas.
Nos dice
el jesuita zaragozano que, a su entender, “fundó Fernando la mayor monarquía
hasta hoy en religión, gobierno, valor, estados y riquezas” y que eso lo
convirtió en “el mayor rey hasta hoy”. Con morosidad y deleite, nos va glosando
sus infinitas virtudes, tanto en los aspectos militares como administrativos,
tanto en sus primores anímicos como en sus sapiencias legislativas. Y llega a
redactar un párrafo que hoy no puede ser leído sin notable bochorno: “Más
célebre hizo a Fernando el haber fundado el integérrimo, el celador, el Sacro
Tribunal de la Inquisición, que por haber establecido su monarquía. Y ganó más
con haber echado de España a los judíos que con haberla hecho señora de tantas
naciones”.
En suma,
un panegírico guiado por la roña del servilismo y redactado con una prosa que
deja bastante que desear. Literalmente olvidable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario