No es
necesario ser un experto en literatura para constatar el auge que está
experimentando el género negro en España desde hace algo más de una década. Desde
Gijón hasta Barcelona, desde Getafe hasta Castellón, desde Aragón hasta
Cubelles, las reuniones de escritores que trabajan en ese ámbito se han
convertido en un fenómeno que atrae la atención de editores, curiosos, lectores
y medios de comunicación.
En
Cartagena, la cuna literaria de Carmen Conde, José María Álvarez y Arturo
Pérez-Reverte, se celebran este inicio de mes las III Jornadas de Literatura
Negra, Policíaca y de Misterio. Y para dotar al evento de un aire distinto en
su edición de 2017, la editorial La Fea Burguesía ha decidido sacar a la luz el
volumen Cartagena Negra, donde se
reúnen veintitrés propuestas narrativas a lo largo de más de trescientas
páginas, con las que los aficionados al género tienen asegurada una buena dosis
de crímenes, enigmas, infamias, ajustes de cuentas, mezquindades...
La
diversidad de enfoques y el amplio abanico temático enriquece la antología de
un modo extraordinario: sorpresas finales, relacionadas con el lugar de los
hechos (Nieves Abarca); humor perverso o macabro, finamente expuesto (Ana
Ballabriga); psicopatías que provocan un súbito espeluzno en los lectores
(Claudio Cerdán); ambientes claustrofóbicos, en los que parecería casi
imposible construir un relato (Alfonso Gutiérrez Caro); muertes que se producen
en una mercería (Paco López Mengual); ejecuciones tan detalladamente brutales
que llegan incluso a producir arcadas (Víctor Mirete); venganzas matrimoniales trufadas
de rencor (Graziella Moreno); relatos que parecen anticipar (y el tiempo dirá
si nos equivocamos) una novela futura (Antonio Parra Sanz); cuentos criminales
que se desarrollan teniendo la propia Semana Negra de Cartagena como fondo
(Estela Chocarro, Pablo de Aguilar, Joaquín Lloréns); asesinos inesperados, que
se revelan al final con mano maestra (Pedro Martí, Mónica Rouanet); ajustes de
cuentas sepultados por el paso del tiempo (Ginés Sánchez); persecuciones
nebulosas en mitad de la noche (Rubén F. Uceda); textos de gran dureza y a la
vez de gran lirismo (Juan Soto Ivars); hermanos que vengan afrentas a la usanza
de Calderón de la Barca (Manuel Moyano); páginas donde se aborda el
desequilibrio mental, con sus particulares matices (Empar Fernández, Cristóbal
Terrer Mota); atracadores sexagenarios y en paro, que protagonizan tramas más
complejas de lo que parecía (Rafael Guerrero); turbios asuntos de drogas, que
se mezclan con una amistad antigua (Santiago Álvarez); y, cómo no, algunos
memorables sicarios, quienes unas veces se verán moderados por la cobardía o la
sorpresa (David Jiménez el Tito) y otras veces serán burlados por pelirrojas de
insinuante voluptuosidad (Jesús Zaplana).
Este
resumen, por supuesto, no trata de sintetizar las virtudes del tomo, sino que
pretende tan sólo mostrar cómo sus páginas incorporan argumentos, personajes,
escenografías y variantes criminales para todos los gustos, por lo que resultan
un prontuario excelente del actual género policíaco y criminal en España.
Quienes ya sean amantes de la narrativa negra lo encontrarán sólido, variado y
memorable. Quienes, por el contrario, experimenten por este tipo de literatura
una simple curiosidad aún no convertida en ansia lectora, permítanme un
consejo: háganse con este libro.
1 comentario:
Soy fan fan de la novela negra, y aunque hasta ahora solo había asistido a Valencia y Barcelona negra, Cartagena bien vale una misa, jajajaja,
Anotado.
Besitos.
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