Hay narradores que no pertenecen a la categoría de
los “famosos” (es decir, a esa reducida nómina mitificada a la que se recurre
como si fuera un mantra de buen tono: Kundera, Borges, Roth, etc) pero que, de
un modo incontestable, ofrecen en sus obras una calidad extraordinaria, que se
mantiene, como una joya envuelva en paño, durante décadas o siglos. Es el caso,
en mi opinión, del checo Leo Perutz (1882-1957), orfebre delicadísimo que logra
crear en sus páginas una música llena de dulzura y elegancia, refractaria a la
erosión. La traductora Cristina García Ohlrich nos ofrece ahora, gracias al
sello Libros del Asteroide, su volumen De
noche, bajo el puente de piedra, donde catorce textos y un epílogo nos
ofrecen una urdimbre narrativa que se acerca a la idea de novela y que
posiblemente la amplían y mejoran.
Lo que sin duda más llama la atención de estos
cuadros es el conjunto de personajes que van apareciendo y desapareciendo en ellos,
con distinto grado de importancia y con edades diferentes: dos músicos que unen
a su pobreza su condición ambulante, y que lo mismo presencian varios fenómenos
extraños en un cementerio como escuchan profecías sobre su propia muerte; el
veleidoso emperador Rodolfo II, enamorado de manera instantánea de una mujer
casada a la que vislumbra fugazmente y que pasa a convertirse en una obsesión
para él; el riquísimo judío Mordejai Meisl, que vive rodeado por la riqueza
pero que soporta en silencio a una alimaña triste royéndole el corazón; el astrónomo
Kepler, que no percibe su sueldo en los plazos convenidos y que tiene que
sobrevivir elaborando calendarios astrológicos para quienes acepten pagárselos;
un alquimista que, inoperante a la hora de conseguir la esperada transmutación
de los metales en oro, sufre la amargura de la postergación cuando su señor
contrata a otro para que le haga olvidar sus fracasos... Mezclándose en
distintas situaciones históricas y ambientales, construyen entre todos el
sustrato de la ciudad de Praga, a la postre la gran protagonista del volumen.
Pero hay algo más. Una especie de silencio armónico
o de música tenue que va uniendo todas estas historias hasta conformar un
mosaico elegante donde late la vida pretérita. Los lectores que abrimos las
páginas de este libro prodigioso somos invitados a entrar en tabernas antiguas
donde se sirven asados grasientos y vinos infectos, nos vemos deambulando por
calles mal iluminadas, olemos el humo acre de las hogueras encendidas en medio
del campo o participamos en discusiones políticas o religiosas que perdieron su
vigor y su sentido hace siglos. En suma, nos vemos afectados por la magia de la
mejor literatura, que logra situarnos en pleno siglo XVI en el centro de
Europa, rodeados por judíos, alquimistas, ferias donde se venden lanas, sastres
remendones que trabajan a orillas del río Moldava, redobles de tambores que
acompañan a los presos que se dirigen al cadalso o bueyes de Hungría cuya carne
se usa para alimentos a las fieras del emperador.
Leo Perutz nos entrega en este volumen, editado originalmente
en el año 1953, una delicada flor narrativa llena de belleza y de magia, que
conviene leer con lentitud y que resulta suficiente para consagrar su nombre en
la historia de la literatura.
1 comentario:
Estoy de acuerdo contigo, el libro es una maravilla narrativa. Cuando uno se aleja de lo comercial, se encuentra auténticas joyas...
Besos
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