Avanzar por los cuentos de Antón Chéjov es como
adentrarse en una selva que nos va a deslumbrar tras cada árbol, desde la
ladera de cada colina, al levantar cada roca, porque en ellos burbujea y
aguarda siempre la maravilla. A veces se trata de un adjetivo; otras, de una
observación psicológica plena de agudeza; otras, de una descripción tan sucinta
como gráfica de un rostro o de una actitud. Chéjov es uno de los creadores de
cuentos más increíbles de la
Historia de la Literatura.
Y lo es por un detalle esencial: reúne prodigios que, de
forma aislada, brillaban en algunos autores con asombroso esplendor... pero que
nadie había presentado hasta entonces unificadamente.
Porque el genio de Taganrog es, al mismo tiempo, un excelente acuarelista, un
eximio conocedor del alma humana, un mago de la elipsis, un portentoso creador
de atmósferas, un espectador de la sociedad que lo rodea, un grande de los silencios.
Y pretender explicar o detallar esos logros en una reseña es un proyecto
condenado al fracaso. En este tercer volumen que la editorial Páginas de Espuma
consagra de la mano de Paul Viejo a la producción cuentística completa del
maestro ruso se abarca el período que va desde 1887 a 1893, y en él brillan
relatos auténticamente increíbles, como “La helada” (unas hermosas y duras
reflexiones sobre los estragos que produce el frío en el cuerpo y el espíritu
humanos), “Enemigos” (donde nos encontramos con la congoja de un médico que,
mientras vela el cuerpo de su hijo de seis años, recibe una petición de auxilio
profesional por parte de un marido cuya esposa se encuentra muy enferma) o “La
sala número seis” (uno de las mejores obras que salieron de su mano, y cuyo
argumento es tan universalmente conocido que resultaría petulante aportarlo en
esta página). Pero a mí me gustaría destacar tres textos que, sin pertenecer al
corpus de sus piezas más alabadas, siempre me han encantado. El primero es
“Polinka”, un delicioso relato triste en el que un pobre dependiente despacha a
una clienta de su mercería mientras, en voz baja y de modo trompicado,
comprende que su relación sentimental con ella no va a ningún sitio, porque la
muchacha parece haberse enamorado de un estudiante. El segundo es “Vecinos”,
donde descubrimos a Piotr, que soporta con una extraña mezcla de rabia y de
vergüenza la huida de su hermana con un hombre casado, a quienes trata de odiar
y comprender, al mismo tiempo. Y el tercero es “Ganas de dormir”, donde la
jovencita Varka (13 años), hija del difunto Efim y de la campesina Pelagueia,
tiene que trabajar sin desmayo para un zapatero que la explota miserablemente.
El final del cuento figura, creo yo, entre las páginas más espeluznantes que
produjo el autor ruso... A falta de disfrutar del cuarto y último volumen de la
serie, esta oceánica edición de los relatos de Antón Chéjov que está llevando a
cabo Páginas de Espuma puede ser tildada sin rubor y sin equivocaciones de
insuperable. Esfuerzos así llenan de brillo, de prestigio y de orgullo la
historia de una editorial.
1 comentario:
Chejov es siempre una apuesta segura. Tenía una edición maravillosa con sus cuentos que regalé a una persona muy especial, ahora creo que es un buen momento para hacerme con una nueva edición, esta parece estupenda.
Mil besos
Yolanda
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