El teatro de
Sergi Belbel (Tarrasa, 1963) ha obtenido en los últimos veinte años múltiples
reconocimientos dentro y fuera de Cataluña: premio Marqués de Bradomín (1985),
premio Ciudad de Granollers (1987), premio Nacional de Literatura (1996)… En
esta pieza a la que hoy me acerco (Morir:
Un instante antes de morir, 1994) nos ofrece varias historias de muertes
absurdas o banales, que se desglosan en escenas independientes: un guionista
que, tras contarle a su pareja la idea que ha desarrollado por escrito durante
la noche, sufre un infarto; un joven heroinómano que, después de discutir
acremente con su hermana, se inyecta una dosis demasiado elevada de droga; una
niña que recibe las recriminaciones de su madre y luego se atraganta
angustiosamente con unos huesos de pollo; un profesor de instituto que cae por
las escaleras y convalece aburrido en una cama de hospital hasta que le
sobreviene un acceso de vómito que lo asfixia; una anciana que está convencida
de estar viendo en la casa los fantasmas de su padre y de su tía; una pareja de
policías que, después de saltarse un semáforo en rojo, atropellan con su coche
oficial a un ciclista; un asesino a sueldo que está esperando a su víctima y
que, antes de dispararle, le propone un juego macabro…
Pero de
pronto, cuando el lector se encuentra desconcertado porque no detecta conexión
alguna entre las historias (o ha aceptado blandamente que se trata de episodios
estancos, a los que espera encontrar un sentido global), Sergi Belbel imprime
un giro a la obra y comienza a desvelar sus trucos. Todos los personajes
aparecen vinculados entre sí y sus peripecias dibujan una tela de araña que
brilla de modo espectacular.
Convincente en la creación de personajes y sólido en el movimiento escénico de sus piezas, Belbel consigue elaborar un drama de factura anómala pero resuelto con una maestría indiscutible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario