Debe
de hacer unos treinta años que leí esta Ética para Amador (juraría que
fue mi primer libro leído de Fernando Savater); y aunque he olvidado las frases
que subrayé entonces en mi ejemplar (se quedó en mi antigua casa tras el
divorcio: estoy utilizando una edición más moderna), sí que recuerdo que se
trató de una lectura grata y enriquecedora, que coincidió con mis primeros
tiempos como profesor de literatura. Ahora, cuando estoy viviendo la etapa
contraria (mis últimos tiempos como docente), revisito aquellas páginas
deliciosas; y vuelvo a sonreír con los ejemplos, vuelvo a cabecear
afirmativamente con el desarrollo y con las conclusiones, vuelvo a maravillarme
con la forma contundente y sencilla con la que el filósofo de San Sebastián
articula y encadena sus ideas, de una gran solidez.
Explica
Savater que los seres humanos “por muy achuchados que nos veamos por las
circunstancias, nunca tenemos un solo camino a seguir sino varios” (p.24), y
eso implica que debemos hacer uso de nuestra libertad para optar. Nadie puede
guiarnos en ese camino, porque cada persona elige su propia posición frente al
mundo, su modo de actuar, su modo de ser. Eso implica que la ética, en un
sentido amplio, se podría definir como el “arte de vivir” (p.27), porque si
bien raramente nos resulta posible elegir lo que nos pasa, sí que podemos decidir
casi siempre lo que hacer frente a lo que nos pasa. Esas respuestas han de ser
abordadas de forma razonada, lenta y personal (“No le preguntes a nadie qué es
lo que debes hacer con tu vida: pregúntatelo a ti mismo”, p.51). De tal forma
que cuando obramos mal, porque no hemos calibrado de manera adecuada las repercusiones
de nuestros actos, se produce el remordimiento. Lento, convincente y socrático,
Fernando Savater ilumina los pasillos, para explicarnos a continuación que
siempre seremos nosotros quienes elijamos cuál de ellos atravesar; y que esa
tarea implica dificultades, reflexiones, ponderación, evaluación de matices y,
por fin, decisión. Nadie puede guiarnos en esa ruta: cada uno de nosotros es el
capitán del barco, el marinero, el barco mismo y la brújula. Todo a la vez y
atrozmente. Todo a la vez y gozosamente. Que comience la travesía.
Ética para Amador es un hermoso vaso de agua, tan refrescante como imposible de resumir o explicar. Les invito de corazón a que se sumerjan en sus páginas, si no las conocen: creo que me agradecerán el consejo.
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