Imaginen
a una cucaracha que, paseándose con grandes precauciones para no ser aplastada
por ningún zapato, ni destrozada por las ruedas de ningún vehículo, logra
cruzar calles, aceras y jardines, hasta llegar a una hermosa vivienda, en la
cual se introduce. Sube después con mucha dificultad las empinadas escaleras y,
por fin, cuando llega al dormitorio del piso superior, sube hasta una cama y se
duerme, exhausta. Al despertar, el repugnante animalillo ya no tiene seis
patas, ni presenta exoesqueleto, ni su color es oscuro: ahora es un espigado
varón humano que se llama Jim Sams y que ocupa el cargo de Primer Ministro en
Gran Bretaña. De esa manera comienza La cucaracha, una narración no muy
extensa de Ian McEwan que, traducida por Antonio-Prometeo Moya, publicó el
sello Anagrama en 2020. Pero lo más interesante de la obra es que lo que
comienza siendo un homenaje inverso a Franz Kafka adquiere unas dimensiones
paródicas mucho más actuales cuando descubrimos cuál es el objetivo de esa
cucaracha reconvertida: lograr que en el Reino Unido impere una nueva doctrina
económica llamada Reversionismo, que postula la necesidad de que el flujo del
dinero invierta su dirección. Ahora se cobrará por efectuar compras (lo que
activará el consumo) y se pagará por trabajar (el dinero no puede quedar en
manos de los ciudadanos: lo que se cobra ha de ser devuelto en forma de trabajo
de manera inmediata). Tan singular idea tiene como objetivo lograr que Gran
Bretaña se quede sola, frente a un mundo arcaico que no entiende las nuevas
directrices económicas; y tiene, sobre todo, el propósito general de que se
hunda en el caos para que la pobreza, la mendicidad, la basura y los escombros prosperen,
ayudando así al fortalecimiento de la especie de las cucarachas.
Quizá más ingeniosa desde el punto de vista teórico que brillante en su forma literaria, esta novela de McEwan constituye una sangrante parodia del espíritu del Brexit y depara algunas horas de distracción a los lectores, que siempre son bienvenidas.
1 comentario:
Para eso estamos los lectores, para divertirnos con los libros que leemos. Y si además aprendemos, tanto mejor.
Que genial Kafka. Un buen homenaje, parece.
"la cucaracha, la cucaracha, ya no puede caminar", je je
Besos
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