lunes, 11 de abril de 2022

Diez horas con Antonio Muñoz Molina


 

Con un enorme placer y con una enorme gratitud (emocional y literaria), cierro el volumen Diez horas con Antonio Muñoz Molina, en el que he podido disfrutar de las inteligentes preguntas de Jesús Ruiz Mantilla y de las extraordinarias respuestas del genio de Úbeda. Cuando esta obra fue puesta a la venta junto con el diario El País yo me encontraba en una casa rural, disfrutando con la familia de unas jornadas de monte y aire puro; pero mis suegros tuvieron la bendita idea de comprar un ejemplar para mí y guardármelo, sabedores de mi larga y profunda admiración por este escritor andaluz, quizá mi predilecto entre los autores vivos.

He encontrado en las 142 páginas un caudal maravilloso de detalles biográficos (su infancia pobre, la disposición escueta de la casa, los trabajos del mundo rural), de revelaciones interesantes sobre sus libros (desde El Robinson urbano hasta Tus pasos en la escalera), de juicios nítidos y ponderados sobre la guerra civil española, sobre el estado actual del mundo, sobre quienes fueron agresivos o desdeñosos con él de forma sañuda (Camilo José Cela, Paco Umbral) y sobre quienes desplegaron sobre él una enorme generosidad (Pere Gimferrer, Juan Cruz), sobre la crisis económica, sobre el futuro, sobre la religión…

Además de explicar con detalle cómo surgieron las ideas y los desarrollos de sus diferentes libros (información valiosísima para quienes los hemos leído y los admiramos), Antonio Muñoz Molina vuelve a insistir sobre algunos de los temas que siempre saca a colación en sus reflexiones; sobre todo, la necesidad de convertir la vida, personal y social, en un continuo ejercicio de mejora (“Nos hemos ido educando; hasta hace muy poco éramos muy brutos en muchos aspectos. Hemos aprendido, por ejemplo, a no hablar de manera agresiva, no usar términos ofensivos contra otras personas, no utilizar un lenguaje abiertamente sexista. Nosotros crecimos en un mundo muy basto en muchas cosas y nos hemos educado porque la vida nos ha educado. Las mujeres, por ejemplo, nos han educado. Nada es natural, nada es espontáneo, todo tiene que perfeccionarse y pulirse. Nadie nace sabiendo”, p.53).

Confieso también que la sección XV, la última del volumen, me ha emocionado de forma especial: cuando nos habla de la abuelidad; de la necesidad de seguir trabajando para el futuro de quienes vengan después de nosotros; y de cómo afrontar la finitud personal (“Soy completamente inmanente. Sé que la vida humana, el ser humano, se termina cuando se apaga el cerebro. No hay nada más. Pero bueno, está muy bien así, no hace falta más. No creo que haya que pedir más”).

Insisto: maravillosas respuestas para unas trabajadas, elegantes, sólidas y bien documentadas preguntas de Jesús­ Ruiz Mantilla, que encauza la conversación y después deja que el jienense responda, divague y se extienda a sus anchas.

Memorable.

2 comentarios:

mariano sanz navarro dijo...

Acabo de encargarlo. Gracias y un abrazo. Por cierto, los 800.000 quedaron atrás. Eres un felómeno!

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Fantástico autor. Tengo al lector perfecto para este libro, no es que a mí no me guste pero a él le gusta muchísimo más 🤗😉💋