lunes, 18 de abril de 2022

Vivir adrede

 


Resulta imposible resumir la magia, la inteligencia, la chispa, el humor, la hondura y la sabiduría que destilan las ciento cincuenta páginas de Vivir adrede, tomo misceláneo (aforismos, diapositivas, quién sabe qué) del uruguayo Mario Benedetti. Y añado un adverbio a la frase anterior: afortunadamente. Porque lo que el lector percibe durante el paseo por sus hojas es que está asistiendo a un festín de colores, de sentimientos, de agudezas, que se van incorporando a su cerebro y a su corazón con literaria eficacia. Benedetti nos habla de exilios, de religión, de patrias que se transportan en el alma, de músicas lánguidas, de los amores que se pierden o se recuerdan, de guerras disfrazadas de paz o liberación, de miserables, de tardes de lluvia, de la alegría como arma vital.

Y en ese recorrido, Mario Benedetti nos va deslizando bellísimas líneas donde nos pide que aprovechemos al máximo “el milímetro de universo que nos tocó en suerte”; que la muerte como elemento igualador podría definirse también como “el socialismo de los esqueletos”; que cuando tratamos de formularnos algunas preguntas mirando hacia lo alto “el universo se nos transforma en univértigo”; que, si nos fijamos, “la realidad es un manojo de poemas sobre los cuales nadie reclama derechos de autor”; que llega un momento en que las tribulaciones nos golpean con tal saña que es necesario gritar (“Basta de navegar en el olvido. Basta de bendecirnos en la lluvia. Basta de no ser nadie. Basta de que el placer nos desconozca. Basta de convivir con la derrota. Basta, carajo”); que al pobre ser humano a veces lo adorna la insignificancia (“Vos te vas sin ser voz”); que el desconsuelo puede sobrecogernos cuando contemplamos el porvenir (“Tal como lo vemos hoy, el futuro es un piélago de deterioros, un borrador de catástrofes”); o que existe un bochornoso y continuo intento para desmantelarnos la esperanza (“Todo es adrede, bien lo sabemos. Desde el maleficio de las drogas hasta el desmantelamiento de la juventud. Todo está destinado a que no creamos en nosotros mismos”).

La sección final, formada por 83 sentencias construidas sobre juegos de palabras, me parece algo más prescindible.

Siempre es una buena idea acercarse hasta un libro de Mario Benedetti.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Exacto, siempre es buena idea. Me encanta 🥰💋