Resulta
imposible resumir la magia, la inteligencia, la chispa, el humor, la hondura y
la sabiduría que destilan las ciento cincuenta páginas de Vivir adrede,
tomo misceláneo (aforismos, diapositivas, quién sabe qué) del uruguayo Mario
Benedetti. Y añado un adverbio a la frase anterior: afortunadamente. Porque lo
que el lector percibe durante el paseo por sus hojas es que está asistiendo a
un festín de colores, de sentimientos, de agudezas, que se van incorporando a
su cerebro y a su corazón con literaria eficacia. Benedetti nos habla de
exilios, de religión, de patrias que se transportan en el alma, de músicas
lánguidas, de los amores que se pierden o se recuerdan, de guerras disfrazadas
de paz o liberación, de miserables, de tardes de lluvia, de la alegría como
arma vital.
Y
en ese recorrido, Mario Benedetti nos va deslizando bellísimas líneas donde nos
pide que aprovechemos al máximo “el milímetro de universo que nos tocó en
suerte”; que la muerte como elemento igualador podría definirse también como
“el socialismo de los esqueletos”; que cuando tratamos de formularnos algunas
preguntas mirando hacia lo alto “el universo se nos transforma en univértigo”;
que, si nos fijamos, “la realidad es un manojo de poemas sobre los cuales nadie
reclama derechos de autor”; que llega un momento en que las tribulaciones nos
golpean con tal saña que es necesario gritar (“Basta de navegar en el olvido.
Basta de bendecirnos en la lluvia. Basta de no ser nadie. Basta de que el
placer nos desconozca. Basta de convivir con la derrota. Basta, carajo”); que
al pobre ser humano a veces lo adorna la insignificancia (“Vos te vas sin ser
voz”); que el desconsuelo puede sobrecogernos cuando contemplamos el porvenir
(“Tal como lo vemos hoy, el futuro es un piélago de deterioros, un borrador de
catástrofes”); o que existe un bochornoso y continuo intento para desmantelarnos
la esperanza (“Todo es adrede, bien lo sabemos. Desde el maleficio de las
drogas hasta el desmantelamiento de la juventud. Todo está destinado a que no
creamos en nosotros mismos”).
La
sección final, formada por 83 sentencias construidas sobre juegos de palabras,
me parece algo más prescindible.
Siempre es una buena idea acercarse hasta un libro de Mario Benedetti.
1 comentario:
Exacto, siempre es buena idea. Me encanta 🥰💋
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