Me
ha provocado una sonrisa, no lo habré de negar, la pequeña broma (que acepto y
aplaudo) de titular este libro El otro fútbol, porque la sorpresa de que
Miguel Delibes dedicase un volumen entero al deporte no era pequeña. Luego, al
ir avanzando por la lectura, se descubre que solamente los tres primeros
artículos (de un total de quince) concentran su atención sobre el arte de
Messi. En ellos, se decanta por un fútbol más imaginativo, con disparos
lejanos, sin tanto toque inútil de balón, con pases al hueco y, por encima de
cualquier otra directriz, con la norma general de que se dedique más tiempo a
construir juego que a impedir el del contrario. Además, susurra la necesidad de
que los jugadores sean tratados como lo que son: jóvenes. No conviene (nos dice)
“olvidarse de que el jugador de fútbol tiene veinte años. Y si un muchacho a
los veinte años no puede estar un rato con su mujer o tomarse una copa con los
amigos dos días antes de un partido decisivo, lo mejor es que se dedique a otra
cosa”. Juiciosa apreciación.
En
los demás (no menos elegantes y bellamente escritos), el escritor vallisoletano
nos habla de la caza, de la necesidad de redactar con más precisión algunos de
los artículos constitucionales, de pintores amigos (Vela Zanetti, Eduardo
García Benito), del fallecimiento de personas a las que lo unían cariñosos
vínculos (don Alejandro F. de Araoz), de su fidelidad inquebrantable al amoroso
preparativo que supone liarse un cigarrillo con la picadura habitual o del
sentido dolor que le produjo la muerte de su amigo Enrique Gavilán, compañero
desde la infancia.
Toda la bonhomía, todo el sentido de la justicia y toda (siempre, toda) la excelsa calidad literaria de Miguel Delibes se reúnen en estas páginas que de ninguna forma pueden ser consideradas menores.
2 comentarios:
Miguel Delibes siempre ha sido uno de mis autores más admirados. Muy ágil, amigo de la naturaleza y maestro de letras. Todo lo que trata se convierte en belleza literaria.
Delibes siempre es un referente imprescindible. Me apena un poco ver cómo hoy parece haber sido apartado un poco de los gigantes de nuestra Literatura. Hay quienes no le perdonan que aceptase dirigir "El Norte de Castilla", un periódico de provincias decano de la prensa española, en pleno franquismo. En fin, hay siempre quien confunde la gimnasia con la magnesia.
Un abrazo
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