Desde que entré en la universidad, allá por 1985, habré leído
veinte o veinticinco obras de Fernando Arrabal. Eso me convierte, creo, en un
lector bastante asiduo del melillense, con el que en ocasiones me irrito por
sus payasadas y al que a veces aplaudo puesto en pie. De todo hay en la viña
del señor Arrabal. Hace unos días, una compañera de instituto me pidió que le
prestase Pic-nic; y he aprovechado la
coyuntura para releerla.
He vuelto a estar con Zapo en la trinchera, en una pausa del
conflicto bélico en el que participa a su pesar (lo reclutaron sin que él
tuviera conocimiento alguno de los motivos del combate); he vuelto a ver cómo
sus padres, los señores Tepán, se acercan hasta él con todo lo necesario para
organizar un pic-nic de domingo (la inevitable tortilla de patatas, los
suculentos bocadillos de jamón, el vino tinto, la ensalada y los pasteles); he
escuchado cómo Zapo no está demasiado seguro de haber matado a nadie durante
los tiroteos en los que ha intervenido (“Es que disparo sin mirar”); he
observado cómo Zepo, un atribulado enemigo que andaba por allí con más despiste
que osadía, es capturado e incorporado a la merendola; he vuelto a leer la idea
del señor Tepán acerca de parar la guerra para que todo el mundo puede volver a
su vida pacífica y cotidiana (fruto de su brillante cacumen de “universitario y
filatélico”); y he vuelto a estremecerme con el final horrendo, silencioso y
apocalíptico de la obra.
Arrabal es genio y es niño. Bromea y sentencia. Convierte la lucidez cristalina del sentido común en arma revolucionaria y provocadora. Es el gato de Cheshire del teatro español del siglo XX. Sí, definitivamente creo que voy a retomar sus obras para irlas incorporando a mi blog. Es decir, para incorporar a mi blog al Rubén juvenil que las recorrió asombrado y las colocó en su mochila lectora para siempre.
2 comentarios:
Yo aún no le he encontrado el punto a Fernando Arrabal, ni me irrita ni me apasiona, lo malo es que creo que me deja a tibia, y eso es malo 🙄🤫💋
Como profesor de lengua, casi todos los años leía con un curso -preferentemente con 4º de la ESO- esta obra. La leíamos en voz alta en lectura dramatizada. El éxito estaba asegurado. La denuncia en forma de farsa y de absurdo contra la guerra es fantástica. La guerra civil y el miedo a una inminente tercera guerra mundial que se respiraba en el ambiente justifican la escritura de esta obra en esos años 50 del siglo pasado.
He visto "Las Cervantas" de Arrabal en teatro y su atrevimiento dramático es espectacular. Para mí es uno de los grandísimos autores del teatro español. Otra cosa es la imagen pública que él se ha empeñado en proyectar. pero no hay que confundir churras con merinas.
Un saludo, Rubén
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