Sentía
mucha curiosidad por las Memorias de
Katia Pringsheim, esposa del escritor Thomas Mann, así que cuando por fin he
podido localizarlas (una austera edición de Plaza & Janés, con traducción
de Juan Godo, que se acerca al medio siglo de antigüedad) las he leído con
auténtico interés.
En sus
páginas he descubierto un buen muestrario de anécdotas sobre el gran narrador
germano: que profesaba un notable cariño por Hermann Hesse (p.42); que no
sintió demasiada admiración por Stefan Zweig, cuyo talento no apreciaba (p.43);
que era un buen intérprete de violín (p.48), que el personaje de Gustav
Aschenbach (La muerte en Venecia)
está inspirado físicamente en Mahler (p.71); que escribía con extraordinaria
lentitud, y que si lograba componer dos páginas en un día se consideraba un
hombre dichoso (p.85)… A su vez, Katia nos aporta también otras jugosas informaciones,
más relacionadas con su persona o con sus emociones que con su marido: que ella
era quien se encargaba de negociar con los editores, porque Thomas era muy
despistado para esos asuntos; que le llamó la atención que durante la comida que
se celebró con motivo del premio Nobel al rey de Suecia se le sirviera en
vajilla de oro y a los galardonados en vajilla de plata; o que la triste historia
de La engañada (aquella novela que
leí en mi juventud y que me encantó) tiene un fondo real, que ella le contó a
su esposo.
En suma,
unas páginas deliciosas que completan la visión que podíamos tener del autor de
La montaña mágica y sus relaciones
con Arnold Schönberg, Charles Chaplin, Albert Einstein o Bertolt Brecht.
1 comentario:
Siempre traes, Ruben, a tu blog unas lecturas sorprendentes y la mar de interesantes. Me encanta Thomas Mann y me gustaría saber de su vida personal. Así que tomo nota.
Muchísimas gracias.
Un abrazo
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