jueves, 24 de junio de 2021

Las palabras justas

 


Los años 30 y 40 del siglo XX español (la segunda república, la guerra civil, la postguerra) ofrecen tal cantidad de historias reales que, lejos de quedar agotadas todas sus líneas por su continuo manejo en novelas, películas y ensayos, nos ofrecen constantemente sorpresas y motivos de admiración, lágrimas o repulsa. Es un océano de emociones y personajes, del que siempre podemos aprender: para aplaudir o para rechazar.

El admirable Ignacio Martínez de Pisón publicó en la editorial Xordica (2007) un volumen delgado y delicado bajo el título de Las palabras justas, donde nos recordaba algunos episodios acaecidos durante ese tiempo y que, contemplados desde la actualidad, adquieren diamantina condición de símbolos: la triste forma en que se frustraron las ilusiones reformadoras de la Institución Libre de Enseñanza con la llegada de la guerra civil de 1936 (“Historia de dos maestras”); las inauditas historias verídicas que atesora una pequeña población fronteriza de España (“Canfranc, estación internacional”); las vicisitudes y zarandeos que tuvo que sufrir en su vida una traductora rusa durante la guerra civil española. (“El periplo de Lydia Kúper”); la visita de un conocido escritor italiano a las ruinas de Belchite, donde pudo contemplar los horrores derivados del 36 (“La guerra de Sciascia”); los sangrientos sucesos que tuvieron lugar en una aldea gaditana durante la Segunda República, y que hicieron tambalearse su credibilidad (“Sender en Casas Viejas”); la inestimable ayuda que prestó John Dos Passos para que un grupo de refugiados españoles terminara instalándose en América (“Caravana de anarquistas”): o la sorprendente confusión que convirtió a un intelectual en “agente franquista” durante una hermosa expedición de poetas a Collioure en 1959 (“El policía de la foto”).

De algunos de estos personajes y episodios se puede obtener información más abultada en otros libros del escritor zaragozano, pero la belleza miniaturista de estas páginas es absoluta; y leer la obra se convierte en un placer (amargo).

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Con esta obra me has conquistado, de pleno 🤩💋