Tengo al gaditano Felipe Benítez Reyes asociado a
una imagen alegre para mí: fue el primer autor al que me pidieron reseñar para
el periódico murciano La verdad, allá
por el año 1992, cuando comencé mis colaboraciones como crítico en dicho medio.
De ahí que, de vez en cuando, me acerque hasta las páginas de otro de sus
libros y disfrute unas horas con él. No importa que sea poesía, novela o
cuentos. Es un autor que me gusta en todos sus registros. Ha ocurrido
nuevamente con la colección de relatos Cada
cual y lo extraño, publicada por el sello Destino. En mi opinión (que es la
que cuenta en este blog, aunque carezca de rango de ley), los más conseguidos son
“El mago y los ojos” y “Un examen de química”, aunque en todos pueden
detectarse luces y líneas de indudable interés: las ironías de la vida en “Los
dueños de las fortunas”; el misterio de fondo que empapa “Las vueltas del
futuro”; el desasosiego infinito que depara “El crucero y todo lo demás”; la
erosión del tiempo en “Su oro y su plata”; la venganza diferida o inexistente que
palpita en “El brigada ilustrado”; la grisácea cotidianeidad de “La víspera”...
En “El mago y los ojos” he sentido, no lo negaré,
un punto de melancolía con la historia de ese concejal de pueblo que, después
de disfrazarse de Gaspar durante una cabalgata de Reyes, agoniza en un hospital
ante la mirada decepcionada de su hijo, que lo juzga un fracasado. “Realidades
de artificio” me ha hecho sonreír con el complicado trampantojo que elaboran
Natalia y dos de sus amigos para hacer creer a la hija del fallecido erudito
local don Álvaro Mendoza Escassi que su padre va a ser homenajeado como merece...
Pero el relato que más me ha rozado el corazón de todo el volumen ha sido, sin
dudarlo, “Un examen de química”, en el que nos cuentan las dificultades del
narrador con tan áspera materia de estudio, y cómo la benévola profesora que la
impartía sufrió un grave percance antes de que acabase el curso.
Elegante y eficaz, Felipe Benítez Reyes sale airoso
tras esta nueva entrega de su literatura. Yo lo tengo bastante claro: es uno de
los buenos.
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