Decía el ruso Evgueni Evtushenko, en su libro Autobiografía precoz, que contra las
injusticias sólo se puede luchar de una forma: cometiendo las injusticias
contrarias. Y aunque la tesis es sumamente discutible la verdad es que ha
tenido un buen número de seguidores. La editorial Berenice reedita un volumen
que ya sacó en 2005 y donde, con un prólogo estupendo de Elena Medel (que ésta
insiste en que nació “con afán más panorámico que enciclopédico, con alma más
de guía turística que de médico forense”, p.20), se recopilan diez relatos
eróticos de otras tantas mujeres representativas de la actual literatura
española. Y sí, han leído bien: solamente mujeres. ¿Una insensatez? ¿Una visión
sesgada? ¿Un desafío? ¿Un error? Probablemente es algo más sencillo que todo
eso: la voluntad de ofrecer un muestrario de lo que ellas son capaces de
ofrecer cuando se ponen a hilar palabras y a encadenar párrafos. Y que nadie
incurra en la bonita mentira falsaria de decir que la crítica literaria no se
ha dejado nunca influenciar por el sexo, y que las mujeres han tenido las
mismas oportunidades que los hombres. Incluso los estudiantes más escrupulosos
de nuestros institutos afirmarían, después de conocer los temarios de la
asignatura de Lengua y Literatura, que solamente han escrito en España, siendo
mujeres, santa Teresa de Jesús, Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán y poco
más. Intenten ustedes enumerar las mujeres escritoras anteriores al siglo XX
que les vengan a la cabeza y la demostración estará completa.
Ahora, en estas páginas, vemos cómo Espido Freire
nos muestra en el relato “Pájaros” un intento de venganza que se resuelve de
modo imprevisto; y nos dejaremos excitar por esa historia malévola que Paula
Izquierdo construye en “Frente al espejo”, en el que una mujer observa a un
mecánico masturbándose, tal vez con voluntad exhibicionista; y asistiremos en
“69, amor” a las confesiones de un pobre infeliz que se trae a una caribeña
llamada Lolita a este lado del océano, tan sólo para descubrir la humillación
lacerante de la soledad en compañía... Pero es probable que los tres relatos
más logrados sean “Playa Monza”, de Esther García Llovet (edificado sobre
habilidosos ejemplos de flash-back y
explícitamente sexual); “Lycoris”, de Ana Prieto Nadal (las bellísimas
confesiones de una chica enamorada de su mejor amiga, en un texto lírico y
arrebatadoramente poético); y “Variaciones sobre el montaje de una mujer
articulada”, de Care Santos, que nos produce escalofríos mientras nos introduce
en la mente de un maníaco que padece fijación con las muñecas, y que borra los
límites entre la realidad y el horror, entre el látex y la piel, entre el
placer y la tortura.
La portada del libro, eso sí, podrían habérsela
ahorrado: una gazmoña estampa en blanco y negro que da vergüenza tener entre
las manos mientras los demás te miran leer. El resto, perfectamente elogiable.
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