martes, 10 de junio de 2014

Novela de niños



El marido de Christiane era un reconocido filósofo y pensador, que abandonó el sacerdocio para quedarse con ella y formar una familia. Sus obras, luz y guía para muchos, se le antojaban tan complejas que decidió alejarlas de los ojos de su joven esposa (“Ella no conocía ni uno sólo de sus libros. Él le había prohibido terminantemente leerlos”). Y ahora, al quedarse viuda con apenas 31 años y con cuatro hijos a su cargo, la soledad viene a instalarse en su corazón, en su vida y en su dormitorio, presidido por la máscara mortuoria del esposo.
Un día, se presenta en su casa el apuesto Til, un admirador de la obra filosófica de su marido, que anhela conocer el lugar donde trabajaba y pensaba el maestro. Sin apenas justificación estética o argumental (aquí, Klaus Mann no anda fino), Christiane descubre que se ha enamorado del joven acólito, aunque sea mucho más joven que ella. Y lo hace, además, de un modo radical (“Amaba cada uno de sus gestos. Amaba su cabello, sus manos, su boca, sus ojos, sus cejas, su voz, su manera frívola y atropellada de hablar, su descaro, su risa, su melancolía, su cara inquieta y perversa”). Habiendo redescubierto el amor y la pasión en la persona más inesperada, Christiane se entrega incluso a una sorprendente voluptuosidad genésica (“Todo su cuerpo y toda su alma esperaban la concepción del quinto hijo”).
Por fin, decidida a ser ella quien dé el paso, una noche se aproxima a los labios de Til y los besa. El muchacho, aunque aturdido y tímido, se deja llevar, y acaban acostándose juntos, en una secuencia tan elegante como bien resuelta (aquí, Klaus Mann sí que anda fino). Al día siguiente, tan avergonzado como cauto, Til decide subirse en el tren y partir. Christiane protagoniza entonces una escena enamorada o patética, porque se ofrece a irse con él (asegura que ya va vestida de viaje). Ni siquiera se detiene entonces a pensar en sus hijos... Pocas semanas después, la joven viuda descubrirá que está embarazada de Til.
Escrita con una prosa desnuda pero lírica, esta Novela de niños nos muestra a un narrador que, sin ser excepcional, alcanza una buena altura. Interesante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta me la apunto.