El marido de Christiane era un reconocido filósofo
y pensador, que abandonó el sacerdocio para quedarse con ella y formar una
familia. Sus obras, luz y guía para muchos, se le antojaban tan complejas que
decidió alejarlas de los ojos de su joven esposa (“Ella no conocía ni uno sólo
de sus libros. Él le había prohibido terminantemente leerlos”). Y ahora, al
quedarse viuda con apenas 31 años y con cuatro hijos a su cargo, la soledad
viene a instalarse en su corazón, en su vida y en su dormitorio, presidido por
la máscara mortuoria del esposo.
Un día, se presenta en su casa el apuesto Til, un
admirador de la obra filosófica de su marido, que anhela conocer el lugar donde
trabajaba y pensaba el maestro. Sin apenas justificación estética o argumental
(aquí, Klaus Mann no anda fino), Christiane descubre que se ha enamorado del
joven acólito, aunque sea mucho más joven que ella. Y lo hace, además, de un
modo radical (“Amaba cada uno de sus gestos. Amaba su cabello, sus manos, su
boca, sus ojos, sus cejas, su voz, su manera frívola y atropellada de hablar,
su descaro, su risa, su melancolía, su cara inquieta y perversa”). Habiendo
redescubierto el amor y la pasión en la persona más inesperada, Christiane se
entrega incluso a una sorprendente voluptuosidad genésica (“Todo su cuerpo y
toda su alma esperaban la concepción del quinto hijo”).
Por fin, decidida a ser ella quien dé el paso, una
noche se aproxima a los labios de Til y los besa. El muchacho, aunque aturdido
y tímido, se deja llevar, y acaban acostándose juntos, en una secuencia tan
elegante como bien resuelta (aquí, Klaus Mann sí que anda fino). Al día
siguiente, tan avergonzado como cauto, Til decide subirse en el tren y partir.
Christiane protagoniza entonces una escena enamorada o patética, porque se
ofrece a irse con él (asegura que ya va vestida de viaje). Ni siquiera se
detiene entonces a pensar en sus hijos... Pocas semanas después, la joven viuda
descubrirá que está embarazada de Til.
Escrita con una prosa desnuda pero lírica, esta Novela de niños nos muestra a un narrador que, sin ser excepcional, alcanza una buena altura. Interesante.
Escrita con una prosa desnuda pero lírica, esta Novela de niños nos muestra a un narrador que, sin ser excepcional, alcanza una buena altura. Interesante.
1 comentario:
Esta me la apunto.
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