domingo, 7 de abril de 2013

Intento de escapada




En la contraportada de Demasiado tarde para volver (Murcia, 2008), Miguel Ángel Hernández nos comunicaba que se sentía «un escritor frustrado, triste y melancólico». Y aunque las condiciones del alma no dependen de una forma directa de los accidentes del éxito, es probable que esta afirmación haya sufrido alguna metamorfosis después de que el jurado del premio Herralde de novela dictaminara hace pocos meses que esta obra que ahora tenemos entre las manos merecía aparecer bajo el sello Anagrama, a nivel nacional.
En esta primera narración extensa que publica, el escritor se adentra en un mundo que conoce espléndidamente (es profesor de esa materia en la universidad de Murcia): el territorio del arte moderno. Sus protagonistas son fundamentalmente tres: un joven estudiante de último curso llamado Marcos, reconcentrado en sí mismo, con problemas de comunicación, peso y alopecia; una profesora atractiva que le imparte clase (Helena); y un reputado artista de fama mundial, Jacobo Montes, que suscita tantas polémicas como adhesiones por sus obras. Y el eje argumental es tan sencillo como turbador: Montes llega a la ciudad donde estudia Marcos y lo utiliza (gracias a la intermediación de su amiga Helena) como ayudante para ir perfilando las líneas de su siguiente obra. Se tratará de una acción artística donde intervendrá como protagonista Omar, un inmigrante sin papeles que acepta servir como conejillo de Indias en un proyecto que Marcos, al principio, encuentra llamativo, pero que poco a poco le va pareciendo inhumano o vejatorio. Sumergidos en la elegante prosa de Miguel Ángel Hernández, los lectores avanzarán, hechizados, por las páginas de esta historia inaudita, que los llevará de la sorpresa a la repulsión, de la indignidad a las meditaciones, del pasmo al silencio.
¿Qué elementos (aparte de la propia belleza expresiva del texto, que ya he comentado) han llamado mi atención de forma particular en Intento de escapada? Pues yo diría que cuatro: las interesantes indagaciones de Miguel Ángel Hernández sobre las fronteras (elásticas, cambiantes, difusas, cuánticas) del mundo del arte; su atinada observación acerca de la invisibilidad del paria (los marginados, los inmigrantes ilegales, etc, son en buena medida personas sin entidad real para la sociedad que los circunda); la forma eficaz en que los artistas utilizan el discurso como disfraz (me ha resultado inevitable recordar aquella frase de Ramón Gómez de la Serna, incluida en su Diario póstumo, en la que se burlaba de una persona que le ponía «un forro de palabras» a todo lo que decía, por huero que fuese); y, difuminada en varios protagonistas y con diversas intensidades, su meditación sobre los límites de la dignidad. Porque yo creo que esta novela, si tuviéramos que reducirla a la estupidez de una fórmula, trata de eso, del modo en que cada personaje se enfrenta a su propio concepto de la dignidad: el estudiante que no quiere decepcionar a la profesora de la que está prendado; el artista que se niega a reconocer fronteras a su impulso creativo; el inmigrante que necesita dinero a costa de lo que sea...
Intento de escapada es una novela sobre el arte, pero sobre todo es una novela sobre las miserias del espíritu humano, sobre aquellos pliegues oscuros de nuestro interior donde no nos agrada hundir los ojos. Léanla con calma y les enriquecerá, a la vez que les sobrecoge.

5 comentarios:

supersalvajuan dijo...

Esos profesores...

Leandro dijo...

Esta también la leeré despacio. Muy despacio.

Xavi dijo...

Hacer visible lo invisible y sobre todo dejar constancia. Enhorabuena!!

Xavi dijo...

Hace visible lo invisible y hace constancia. Enhorabuena!!!.

Anónimo dijo...

EL CUÑADO