domingo, 12 de agosto de 2012

Los años indecisos




En la portada se nos predica que este libro es un magistral relato y en la contraportada se nos anuncia que es uno de los más indiscutibles logros de su larga y brillantísima carrera. Bueno, pues de eso nada. Esta novela, para decirlo sin las crueldades que don Gonzalo no merecía, podemos adjetivarla de prescindible o, como mucho, de discreta. No es que yo afirme que sea mala (absurdo sería propagar tal cosa): es, solamente, que no son páginas dignas de Gonzalo Torrente Ballester. Así de claro. Puestos a decir las verdades, vamos a decirlas, le duela a quien le duela, Ofuscado por la solemne tontería de publicar una novela cada año (tarea que él mismo se impuso en sus años finales, o que al menos aceptó, quizá por presión de su sello editorial o de su agente), Torrente incurrió en un gravísimo error: convertirse, desde su octogenaria atalaya, en un simple obrero de la prosa, en un amanuense tenaz que trabajaba cada línea según criterios de extensión, rentabilidad y cronómetro (Francisco Umbral lo definió, en el discutido tomo Las palabras de la tribu con un sintagma sangriento: "Un artesano muy digno").
Extrañas urgencias editoriales (La boda de Chon Recalde), premios presuntamente amañados que requieren la presentación de un libro que los justifique (La novela de Pepe Ansúrez) y otros derrumbesen los que no merece la pena meter el dedo pudieron haber empañado para ciertos lectores la trayectoria honesta y limpia de Torrente Ballester.
Si los futbolistas se retiran cuando las piernas ya no responden a sus deseos, y si los cirujanos saben marcharse cuando el pulso les comienza a temblar, ¿por qué de los escritores se espera aguante dinosáurico? ¿Acaso no sería mucho más responsable y más inteligente saber hacer mutis por el foro cuando las circunstancias así lo aconsejan? Yo admiro a Torrente y lo he leído con auténtico gusto: su saga/fuga de JB, sus gozos y sus sombras, su don Juan (excelente libro, poco entendido). Y confieso que volveré a releer más de uno de sus libros, en años futuros. Pero este volumen de Los años indecisos, francamente, es una porquería. Y sobraba.

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