lunes, 15 de diciembre de 2008

El legado




Es incuestionable que Frédéric Bovis, Jean-François Lopez y Léopold Jorge han escrito la novela El legado (El último secreto de Juan Pablo II), que les acaba de publicar en España la editorial Kailas, en la traducción de Natalia Galiana Debourcieu, con la intención de contraponerla a El código Da Vinci. Y también es incuestionable que los autores de El legado han introducido en la obra una serie de elementos muy similares a los manejados por Dan Brown: exploración de arcanos religiosos, documentos que se guardan en la caja fuerte de un banco provisto de altas medidas de seguridad, huidas por ventanas y balcones, falsos policías, persecuciones en coches a toda velocidad, etc. Todo esto es evidente y legítimo. Al fin y al cabo nos encontramos en el ancho mundo de la novela, donde los lectores esperamos con gozo que se nos embarque en proyectos imaginativos y en aventuras que nos agiten, conmuevan y seduzcan. Lo que ya no tiene tanto sentido (porque se sale de lo puramente literario e incurre en el absurdo del adoctrinamiento papanatas) es que se nos diga que los autores han querido reaccionar contra la manipulación ideológica que supuso la provocadora novela de Dan Brown, basada en elucubraciones fantasiosas, mientras que ellos «manejan fechas, lugares y hechos históricos reales» (sic). Ah, bien. ¿Es real entonces aquello que se pregona en la novela de que hace siglos el Diablo reclutó a una docena de adeptos, los marcó con el dibujo de un diamante negro y se han dedicado desde entonces a sembrar el mal en el mundo? ¿Es verdad que un soldado romano destruyó en el año 70 d.C. un buen número de rollos del Mar Muerto donde se hablaba de Jesús de Nazaret? ¿Es verdad que Guillermo de Nogaret (el cerebro gris que orquestó la campaña para desmantelar la Orden del Temple) era uno de esos personajes marcados con el diamante negro? ¿Es verdad que el papa Juan Pablo II recibió estas informaciones en un dossier, junto con el Grial, y que optó por quemar el primero y esconder el segundo? Es obvio que la respuesta tiene que ser negativa en todos los casos. Son ficciones novelescas, tan disparatadas como las de Dan Brown. Y entiéndase bien: a mucha honra. No trato de burlarme. Bovis, Lopez y Jorge no tenían por qué buscar justificaciones que se saliesen de lo puramente ficcional, ni por qué arrogarse el extraño papel de “historiadores”. Su tarea tenía que circunscribirse a construir un argumento trepidante, a componer personajes bien trazados y a dotar a la obra de un final sólido y verosímil. Y esto sin duda lo han cumplido a la perfección. Literariamente, El legado es una obra muy superior a El código Da Vinci. Pero sería bueno que no intentaran seguir vendiéndola más que como lo que es: una obra de ficción. Una estupenda obra de ficción. Ya es bastante con eso.

4 comentarios:

Gonzalo Gómez Montoro dijo...

¡Hola Rubén!
No sabes cuánto me alegro de que hayas retomado el blog, ¡y con qué brío!
Pues eso, espero que sigas actualizándolo para poder leer tus reseñas, ya que muchas veces no tengo un ejemplar de "El Faro" a mi disposición

Un abrazo,

rubencastillogallego dijo...

Muchas gracias, Gonzalo. Creo que he resuelto el problema que te he comentado esta tarde: la demostración es que estoy contestándote, jajaja. Un abrazo.

LOLA GRACIA dijo...

Hola, ya estamos conectados en el ciberespacio. Un beso

rubencastillogallego dijo...

Conectados, sí. Un beso