sábado, 22 de junio de 2024

Peluquería y letras

 


Resulta un poco complicado resumir el argumento de esta novela de Juan Pablo Villalobos (la primera que leo suya) porque, en puridad, pocas cosas ocurren en ella. Quiero decir (no se me malinterprete) que lo esencial del libro no es, en mi opinión, el argumento, sino más bien la sabia combinación entre cotidianidad, descripción urbana, humor, guiños literarios y autoficción irónica. Y, desde luego, las cien páginas del tomo se llevan con toda justicia mi aplauso.

Descubrimos desde el inicio a un escritor mexicano llamado Juan Pablo, casado con una brasileña y padre de un hijo adolescente y de una hija de menor edad. Viven en Barcelona, donde a él acaban de hacerle una colonoscopia: un arranque tan prosaico que no puede ser observado sino con simpatía. Sobre todo porque, de inmediato, el narrador nos explica que le urge someterse a un corte de pelo (“Lo que me avergonzaba no era tanto el volumen desproporcionado que adquiría mi cabello al esponjarse por la humedad del verano que se acercaba, sino la longitud y deformidad de las patillas, que al verme en el espejo me hacían pensar en futbolistas de los años ochenta, estrellas de rock de los años ochenta, políticos populistas de los años ochenta, personajes de series de televisión de los años ochenta y, lo que es peor, mi propio yo, preadolescente y adolescente, de los años ochenta”, p.28). Y esa operación cisoria constituirá el punto de inicio del breve asunto de la obra, que reunirá a una peluquera bretona, un dedo amputado, un ecuatoriano que quiere escribir un libro, una editora ansiosa porque Juan Pablo no le entrega suficiente texto de su nueva novela y dos secretarias que, tercas, se niegan a expedir un certificado de lo más banal.

Y, aliñándolo todo, un espléndido conjunto de detalles literarios, que harán las delicias de cualquier lector atento: reminiscencias del cuento “En la barbería”, de Chéjov (léanse las páginas 40-41), homenajes a Laurence Sterne (el más evidente, en la página 76) y otra porción de sonrisas, que convierten esta experiencia en un continuo disfrute, altamente recomendable.

No tardaré mucho en volver a Juan Pablo Villalobos.

(Postdata: Para entender mejor el juego de palabras del título, que enraíza con la fórmula Filosofía y letras, búsquese en Internet cualquier foto del autor)

1 comentario:

Juan Carlos dijo...

Qué interesante me parece el librito que hoy traes a tu blog, Rubén. Los años 80 a muchos de los que aún andamos por aquí nos marcaron, eso es evidente. Veo que a Juan Pablo Villalobos o a su personaje, al menos, le marcaron tanto como a mí que en esa época ya había dejado la adolescencia atrás (soy más de los 70), pero la juventud del momento unida a la disponibilidad de cash suficiente para acudir a espectáculos diversos hace que esos años los recuerde con mucho afecto y cierta nostalgia.
Tomo nota de este autor porque todo lo que dices y las reminiscencias literarias de las que hablas me llaman y me incitan a buscar el libro. Corro a ver una foto del autor.
Un abrazo