jueves, 6 de junio de 2024

Los bosques perdidos

 


Once cuentos conforman este volumen que el coruñés Miguel Ángel Villar Pinto (nacido en 1977) publicó con el sello Edimáter, de Sevilla. Y en cada uno de ellos se esconde una enseñanza y un motivo para la reflexión de sus jóvenes lectores.

En “El rey leñador” descubriremos que el precio que se paga por la prosperidad es, en ocasiones, excesivo; “La estatua y su pedestal” es una bella y contundente fábula ecológica, ambientada en una isla que sufre las amenazas de un volcán iracundo; “Tonelcillo” fabula sobre cómo pudo ser la infancia del primer gran comerciante de la Historia; “Dindán” supone una aproximación al mundo de los duendes, que existen cuando soñamos y que se extinguen cuando perdemos las fantasías e ilusiones (“Aunque los hombres lo ignoren, basta con que a los sueños se les desprecie una sola noche para que el mundo se vuelva totalmente gris”, p.48); “El problema de Gengar” es quizá el más endeble de todos los relatos del volumen, y es presentado como un cuento de aprendizaje, donde se nos pregonan las bondades de la moderación y la mesura; “Búho grande” es la historia peculiar de un ser que, en medio de la incomprensión de quienes lo rodean, deberá indagar y descubrir su propia identidad; “La pregunta del emperador” se articula en torno a un monarca al que aturde la inacción de un periodo de paz, que él mismo ha propiciado; “Iberto y la mala suerte” nos resume la patética historia de un botarate irreflexivo, que construye su desgracia a golpe de desidia, pero que culpa al mundo (es siempre la postura más fácil) de su estado; “El pequeño Tinsú” se centra en la insensata excavación que un visionario emprende, entre la rechifla de sus coetáneos, pero que terminará siendo aceptada como genialidad laboriosa; “La princesa infeliz” es el relato de alguien que no supo abalanzarse hacia el amor y que perdió por ello toda esperanza de alcanzar la dicha y la plenitud; y “Elisa y los animales del bosque” es la divertida narración (con moraleja) de una niña más bien desaprensiva, que siembra el caos creyendo hacer el bien.

Lectura distraída para los 10-12 años.

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