viernes, 14 de julio de 2023

El hermano

 


Este pequeño drama doméstico que nos ofrece Medardo Fraile (El hermano) se basa en dos temas nucleares: la pobreza y la honra. El primero es explícito e impregna la vida de los cuatro protagonistas (un matrimonio y sus dos hijos mayores): tienen que cenar sopa de nuevo, porque el resto de alimentos ha adquirido un precio prohibitivo; ruegan a uno de los vecinos que les preste el periódico, para poder estar al tanto de las noticias; leerlo en la cama se considera un gasto “prescindible” de luz… Es evidente que las estrecheces que los acongojan son tan grandes como asumidas con cierta naturalidad resignada. El segundo de los temas (la honra) se nos ofrece de forma insinuada: cuando se quedan a solas los hijos, el hermano aprovecha la coyuntura para interrogar a su hermana por la tardanza en volver a casa. ¿Se ha visto con ese hombre? ¿Dónde lo ha hecho? ¿Qué le ha dicho? Ella se refugia en las contestaciones breves, elusivas; y, cuando el hermano decide que va a enfrentarse al tipo, ella le pide que no haga una locura. Su respuesta le chirría entre los dientes: “¿Me dices… a mí… que no haga una locura? ¡Qué sabes tú de eso! ¿Sabes tú lo que es una locura?”. La hermana, herida en lo más hondo por la réplica, responde: “No me hables así. ¡Yo soy buena! ¡Tú sabes que soy buena!”. Apenas más. Es el lector (o el espectador) quien ha de deducir qué está pasando subterráneamente.

Eficaz siempre en las distancias cortas, el madrileño Medardo Fraile compone una obra donde la intensidad queda adherida a lo que no se dice; y nos invita a que, como diablos cojuelos, asistamos a este pequeño/gran drama cotidiano.

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