Marta
es una atractiva mujer joven y casada que se encuentra en una situación
compleja, de la que no quiere hacer partícipe a nadie: un hombre no deja de
llamar por teléfono a su casa, intentando hablar desesperadamente con ella. Por
razones que no se nos aclaran, ella ha dado órdenes a las sirvientas para que
le den largas y respondan siempre que no se encuentra disponible. Ahora, el
enredo se está complicando todavía más, porque la madre de Marta ha tenido
noticias de estas llamadas, así como de una carta que el desconocido acaba de
dejar a nombre del marido de Marta. ¿Qué está ocurriendo? ¿Acaso la joven tiene
algo que ocultar, que resulta vergonzoso o directamente inmoral? Ella se niega
a dar explicaciones, argumentando que sabe perfectamente lo que está haciendo;
y que confíe en ella. Pero cuando el desconocido se presenta en la vivienda es
la madre quien decide agarrar el toro por los cuernos y enfrentarse a él. Se
entera entonces de que se apellida Lanuza, es médico y tiene importantes
novedades relacionadas con su hija.
Joaquín Calvo Sotelo construye, con estos misterios y con una carta rota en varios pedazos, una comedia llena de ternura, amor y dramatismo, que obliga al lector a leer con el corazón en un puño y, en las páginas finales, con lágrimas pugnando por salir. Podría haberse deslizado hacia el ternurismo (el asunto de la obra se antoja propicio para incurrir en ese error), pero el escritor gallego esquiva con inteligencia esa posibilidad y consigue una pieza breve que se lee con auténtico placer. Notable.
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