Leo la novela Los
horrores del amor, de Jean Dutourd, que traduce Ana Cela. No es que la
peripecia del argumento sea espléndida, ni que aporte grandes innovaciones
desde el punto de vista literario, pero me sorprende muchísimo la capacidad que
los personajes demuestran para analizar las mil sutilezas sentimentales que el
amor comporta. No recuerdo haberme encontrado con demasiadas obras donde el
bisturí psicológico haya resultado tan meticuloso, tan revelador, tan
impactante. De tal manera que Roberti, Agnés y Solange, los tres protagonistas
de esta aventura amorosa, se convierten a los ojos del lector en seres vivos,
en especímenes palpitantes y creíbles, llenos de meandros, sutilezas y brillos.
Intentar resumir todos los detalles o pliegues de esta historia de amor,
fidelidad, dolores y desengaños, resulta imposible, así que me conformaré con
anotar algunas frases representativas, para ofrecer un pálido resumen. “Sé muy
bien lo sensibles que son los corazones de los artistas. Una palabra un poco
viva los hiere, y uno tiene que estar completamente seguro de su genio para
soportar los horrores que nos despachan los críticos”. “Hay personas a las que
admiro o quiero y no tengo ningunas ganas de encontrármelas. (...) He leído sus
obras una y otra vez y me las conozco de memoria, pero no tengo ninguna
curiosidad por sus personas”. “El orgullo, por los caminos más extraños, lleva
siempre a la abyección”. “Hay que ser vigilante, hay que estar persuadido de
que las cosas no se adquieren nunca para siempre, hay que tener miedo sin
cesar”. “No le bastaba apropiarse un cuerpo, quería además un poco del corazón
y del espíritu de la persona deseada”. “Hacer el amor sin parar, cambiar de
querida todos los días, vuelve a uno idiota”. “La lujuria es divertida quince
días, un mes. En seguida, como todo, se convierte en rutina”. “No se puede ser
un artista sin ser un mentiroso consumado”. “Quizá Dios se divierte escribiendo
tonterías en su gran libro”. “Los grandes hombres son los que, a los cincuenta,
han llevado a cabo lo que soñaron a los dieciocho años”. “La vida es un largo
poema en ochenta cantos, prodigiosamente aburridos, lleno de repeticiones, de
ripios, de descripciones ociosas y de peripecias horribles, pero merece ser
leído con atención a causa de un verso sublime, dado por los dioses,
inesperado”. “En amor, las almas se usan más de prisa que los cuerpos”. “Es una
desgracia pensar demasiado. Esos mil pensamientos que dan vueltas paralizan la
acción”. “La vida de los hombres es más trágica que la vida de las naciones. Una
nación vive mil o dos mil años. Tiene recursos. Nada se ha perdido nunca
completamente. Pero un hombre, ¿qué? Si pierde la ocasión, se acabó”. “La
democracia debe pararse a la puerta de las casas. Un padre de familia demócrata
que somete sus decisiones a la votación no consigue más que meter jaleo y hacer
a todo el mundo desgraciado”. “La verdad prescinde de la lógica”. “No soportar
el desprecio es siempre el indicio de un alma débil y vanidosa. A los grandes
hombres les gusta que los desprecien. Les divierte”. “El noventa y ocho por
ciento de las criaturas humanas están desprovistas de imaginación”. “Cuando me
contradicen, me callo. Yo sólo hablo de cosas que he meditado durante mucho
tiempo. Si no me comprenden o no quieren comprender, peor para ellos. No tengo
la facultad de replicar; los mejores argumentos me vienen cuando he vuelto a
casa. Sólo a los locos y a los charlatanes que sólo piensan cuando hablan, les
gusta discutir”. “Leyendo y releyendo muchos buenos autores, que escriben un
buen idioma y que piensan sanamente, absorbes una gran cantidad de antídotos
contra el veneno de la tontería moderna”. “Los artistas son los especialistas
del cómo, y los filósofos del por qué”. “Los hombres organizan su
amor en función de su vida, y las mujeres organizan su vida en función de su
amor”. “Siempre llega un momento en que las mujeres quieren quedar
embarazadas”. “El crítico literario es un hombre que no comprende
aproximadamente nada por exceso de inteligencia, por exceso de conocimiento y
de referencias”. “El arte no es democrático. En arte, no es el buen alumno el
que gana siempre. Es el elegido, el que nace con la musiquilla en él y sabe ver
la verdad del mundo. El arte es eminentemente aristocrático. Los artistas
tienen unos privilegios tan odiosos como los nobles del Antiguo Régimen, pero
mucho más sólidos. No se les puede quitar”. “Los mosquitos ganan siempre a los
leones”. “Desde los veinte (veinte años que han pasado como una ráfaga de
viento), estamos cogidos en un torbellino implacable que nos lleva hacia la
muerte. Por mucho que no pensemos en esta muerte, por mucho que vivamos como
tenemos costumbre, no podemos evitar echar una mirada sobre ella, de vez en
cuando; cada vez ha crecido un poco más”.
Intensamente recomendable.
1 comentario:
Si lo recomiendas intensamente no tengo escapatoria, habrá que leerlo...y mira que no estoy muy lectora esta semana, ando como bavia.
Besitos 💋💋💋
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