Cada vez que Stephen King ofrece un nuevo libro a
la imprenta se produce una auténtica conmoción a nivel mundial, porque son
millones los lectores que se interesan por el tomo y se abalanzan sobre él para
devorarlo. Está ocurriendo también, como no podía ser de otra forma, con la
colección de relatos titulada El bazar de
los malos sueños, que Carlos Milla Soler ha traducido en España para el
sello Plaza & Janés.
Se trata de un volumen de más de seiscientas
páginas, encuadernado con tapa dura, en el que el escritor de Portland nos
ofrece una veintena de cuentos de espléndida factura, precedido cada uno de
ellos con unas palabras explicativas sobre su génesis, sus anécdotas o su
evolución literaria. Son tantos los detalles que podrían comentarse de esta
obra que se impone un ejercicio de constricción, para dejarlo en unas
dimensiones razonables... En primer lugar, habría que referirse a la amplitud
del arco temático que presenta el libro. Que ningún lector piense que habrá de
encontrarse aquí con relatos “de terror”. Los hay, y excelentes, cómo no. Pero
King nos presenta también varias situaciones cotidianas donde aparecen muertes
súbitas (“Premium Harmony”), incidentes automovilísticos que se van complicando
(“Batman y Robin tienen un altercado”), historias de nombres que aparecen
escritos en montículos de arena (“La duna”), proposiciones deshonestas que
consiguen revolucionar el ánimo de los protagonistas (“La moral”), la
adquisición de un kindle que permite acceder a infinitos mundos paralelos
(“Ur”), las últimas horas de dos supervivientes en un holocausto nuclear
(“Trueno en verano”) e incluso aventuras pirotécnicas en las que domina un
hilarante crescendo de humor (“Fuegos artificiales en estado de ebriedad”)...
En segundo lugar, hay que apresurarse a añadir que los lectores más aficionados
al horror no saldrán defraudados del volumen: Stephen King reserva para ellos
una serie de historias macabras donde no faltan coches inquietantes (“Área
81”), criaturas diabólicas (“Niño malo”), algún esposo trastornado (“No anda
fina”), exorcismos que ponen los pelos de punta (“El diosecillo verde del
sufrimiento”), crímenes atroces contemplados con absoluta impotencia (“Ese
autobús es otro mundo”) o aprendices de periodista que descubren un poder
aterrador en las notas funerales que redactan (“Necros”)... Y en tercer lugar,
las introducciones. El escritor de Maine no se limita a redactar textos de
presentación al uso (académicos o cronológicos), sino que compone piezas donde
el humor, el intimismo, la naturalidad y la charla con sus lectores los llena
de vida, de frescura, de encanto...
Un libro, pues, espléndido, que no va a defraudar a
nadie: ni a los incondicionales del maestro ni a quienes se acerquen por vez
primera a sus páginas. Para todos tiene su dosis de seducción, de magia y de
literatura. Un auténtico crack.
3 comentarios:
Fui muy seguidora de King, mucho, veranos leyendo sus libros mientras todo el mundo se echaba la siesta...me hago mayor.
Este es el King menos King de todos, más de película de Bergman que de terror a lo matanza de Texas.
Un besito.
Lo has conseguido una vez más: tu reseña ha despertado mi curiosidad y me he hecho con el libro. He leído los tres primeros relatos y son estupendos. Gracias por abrirme posibilidades de lectura que no había barajado.
Lo quiero.
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