En su novela El
francotirador paciente (Alfaguara, 2013) podría parecer que Arturo
Pérez-Reverte se aparta de sus temas y personajes más conocidos, para
adentrarse en un territorio nuevo: el de los muchachos que repletan las
ciudades con sus grafitis, sus tags y sus explosiones de color. Pero no creo
que sea así en modo alguno. Al contrario, entiendo que el cartagenero ahonda en
estas páginas en su núcleo reflexivo favorito: el del ser aislado, recto, que
se atiene a unos códigos de conducta y avanza a contracorriente, como un salmón
existencial. Da igual que se trate de un viejo maestro de esgrima, de un
enamorado del ajedrez, de un buscador de libros, de un soldado del siglo XVII o
de un reportero de guerra.
O, como ocurre aquí, de Sniper, un veterano grafitero
que, resguardándose de cualquier concesión al Sistema, lleva años bombardeando
paredes y espacios públicos y privados con sus mensajes lúcidos, removedores e
impactantes. Ni busca el éxito comercial ni se deja seducir por los cantos de
sirena que le vienen en forma de cheques en blanco. Él no crea para vender ni
para venderse, sino para enarbolar su visión del mundo, su asco del mundo, su
odio al mundo.
Una editorial especializada en libros de arte
pretende convencerlo para que se convierta en la estrella de su catálogo y
lanzan en su busca a Alejandra Varela, quien visitará varios países
persiguiendo el rastro de Sniper hasta que lo localiza en Italia. Pero no es la
única que quiere dar con él: el empresario Biscarrués, cuyo hijo era un
admirador de Sniper y murió realizando una intervención artística sugerida por
éste, ha puesto precio a su cabeza. Y moverá todo su poder y todo su dinero
para tomar la delantera en esa persecución.
Libro de aventuras y de intrigas, pero también de
reflexiones sobre el papel de la pintura y el arte en nuestro tiempo (“El arte
moderno no es cultura, sólo moda social”, piensa Sniper en la página 291. “Es
una enorme mentira, una ficción para privilegiados millonarios y para
estúpidos, y muchas veces para privilegiados millonarios estúpidos... Es un
comercio y una falsedad absoluta”), El
francotirador paciente nos habla de las convicciones y del difícil arte de
ser distinto, de posiciones tercas e insobornables, del equilibrio entre la
honradez y la crueldad, de personajes que se construyen su épica de bolsillo y
que viven aferrados a ella para no ahogarse en el mar de la indistinción.
Una variación novelesca de temas que Arturo
Pérez-Reverte ya ha explorado muchas veces y en los que casi siempre encuentra
filones interesantes para exponerlos ante sus lectores.
2 comentarios:
Hace mucho tiempo que no leo ninguna novela de Pérez Reverte y mira que me gustaban. Quizás es momento de recuperarlo. Este mundo que presenta es un gran desconocido para mi y sería una oportunidad muy entretenida para conocerlo. Saludos.
El pintor de batallas inicia el declive de PR. Una opinión como otra. Declive que se confirma con El asedio y siguientes. Pero ese personaje valiente, leal a su muy privado código de honor, a contrapié de lo socialmente legal,ese Alatriste que se repite una y otra vez será la marca , el santo y seña, el legado de PR a la Historia de la Literatura. El francotirador continúa la saga de hombres buenos.
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