Estamos en el año 66 d.C. y el joven Daniel tiene
que desempeñar una difícil y singular misión: debe localizar la corona de
espinas que portó Jesús de Nazaret sobre la cabeza durante su agonía
crucificada y llevársela a su amo, que la quiere utilizar para unificar a los
judíos y convertirse en su rey. Para culminar con éxito su empresa, visita a un
viejo carpintero y su esposa María, que estuvieron muy cerca de Jesús y que
podrán ayudarle.
Éste es el punto de partida de la novela La primera corona, de Alexander
Copperwhite, que pone ante los ojos de los lectores no sólo un tema fascinante,
sino también una trama sugerente, en el transcurso de la cual el anciano esposo
de María irá contándole a Daniel cómo ocurrieron de verdad los hechos que la
tradición ha ido deformando. ¿Quienes asistieron de verdad a la Última Cena?
¿Por qué eligió el pueblo al asesino Barrabás para ser liberado, en lugar de
optar por el dulce e inofensivo Jesús? ¿Cómo es posible que el Maestro caminara
sobre las aguas, resucitara a Lázaro o diese de comer a miles de personas con
el auxilio de unos pocos panes y peces? ¿De dónde extrajo las fuerzas para
llegar con la cruz a cuestas hasta el punto donde fue crucificado? ¿Cómo se
desarrolló, detalladamente, el episodio de la resurrección?
Con la ayuda de una prosa sencilla, ágil y eficaz,
Alexander Copperwhite va convirtiendo lo que podríamos llamar “versión oficial”
de la vida de Jesucristo en otra cosa muy distinta. Pero que nadie se lleve las
manos a la cabeza o tuerza el gesto pensando en una desmitificación irreverente
o burlona. No hay ninguna voluntad sacrílega en sus páginas, sobre todo porque
al final de la obra espera a los lectores un anonadante giro de muñeca
narrativa, que aporta unos matices inesperados a la historia.
Una novela breve y muy interesante, que sorprenderá
a muchos.
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