lunes, 7 de noviembre de 2016

Equipaje ligero



Leyendo a velocidad normal, se necesitan apenas quince minutos para leer este poemario de Francisco Javier Illán Vivas, que se titula Equipaje ligero y que salió a la luz hace un año con el sello ADIH. Si, por el contrario, uno detiene la mente en el sentido filosófico o existencial de cada uno de los pequeños poemas del volumen, la duración de la lectura puede extenderse hasta donde se quiera: un día, una semana, un año. Porque la condición de estos versos aparentemente desnudos, engañosamente desnudos, es que cobijan una densidad interna muy notable, casi como si fueran magnetares.
Habita en ellos un amplísimo arco de emociones (la desesperanza, el amor, la frustración, la soledad, el hastío, la duda, el miedo), que el poeta conjuga con pocas y exactas palabras, para crear sus músicas de miniatura, sus viñetas diamantinas, sus teselas tristes. Así, nos encontramos en sus páginas con breves pero amargas confesiones existenciales (“No sueño / no aguardo / no confío / no vivo: / paso, / sin más”), con metáforas en las que brilla el óxido de la acedía (“Este tren / no se detiene / en ninguna estación”), con reflexiones de espíritu oriental (“De tu mirada / a mi mirada / ¿sólo un paso?”), con  estructuras en las que la epanadiplosis nos hace tragar saliva (“Sangro / de silencio, / sangro”) o con juegos visuales que habrían hecho las delicias de muchos poetas simbolistas (“En el horizonte, / el día / apaga su colilla”).
Pero también nos encontramos con la fuerza impulsora del amor, que borra los grises y da sentido a la existencia del vate (“Las puertas cerradas / y confusión, / esos trenes / viajan opuestos, / antes de conocerte / sólo puertas cerradas / y confusión, / sombras / sombras de nada / y confusión. / Antes de conocerte”) o que lo impulsa a convertir los dones de la amada en su estandarte, alzado para mostrar al mundo la felicidad que lo embarga (“Escribiré sobre mi espalda, / convertida en concha, / el año, el mes, el día, / la ciudad, la calle, el lugar / donde me miraste”).
Versos para sentir y para pensar, para saborear y para asimilar, para perderse y para encontrarse.

Versos de Francisco Javier Illán Vivas.

8 comentarios:

Francisco Javier Illán Vivas dijo...

Una única palabra, tres veces: Gracias, gracias, gracias

Vicente dijo...

Cuando alguien no es capaz de pararse, en cada uno de esto, breves pero infinitos, versos y disfrutarlos con toda la intensidad, de quien disfruta ver pasar una estrella fugaz, es que no aprecia la vida, en todos y cada uno de sus momentos, o está próximo a la estación de la muerte y ya casi todo le importa una mierda.

Acantilados de papel dijo...

Pequeño pero excelente.

Unknown dijo...

Compartiendo, que es gerundio

François de Fronsac dijo...

Compartiendo, que es gerundio

Toñy Riquelme dijo...

Yo también comparto, y animo la competición.

Carmen María dijo...

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François de Fronsac dijo...

Seguimos compartiéndolo.