Hace años se publicó en España (traducido por
Miguel Candel y Marta Pino para el sello Paidós) un interesante trabajo de
Stuart Kelly que se titulaba La
biblioteca de los libros perdidos. En él nos ofrecía un paseo (erudito pero
también muy sugerente e imaginativo), por gran número de obras literarias que
jamás se escribieron o que en la actualidad se encuentran perdidas. Entre sus
páginas aparecían referencias a Shakespeare, Aristófanes, Gogol, Jane Austen,
Dickens, Dante, Milton, Flaubert, Goethe o Zola, pero no se mencionaba por
ningún sitio a John Polidori, aquel médico tímido que convivió con lord Byron y
Mary Shelley en Ginebra, durante el verano de 1816, y que no alcanzó más que
una tibia repercusión después de publicar su breve novela El vampiro, antecedente del posterior Drácula, escrito por Bram Stoker.
Ahora, el escritor murciano Pedro Brotini se lanza
a sugerirnos desde las páginas de La Estancia
(publicada por La Fea Burguesía )
una hipótesis llena de interés narrativo: ¿es posible que Polidori, a pesar de
haber vivido siempre a la sombra castradora de lord Byron, concluyese una obra
maestra y se editara de la misma un cortísimo número de ejemplares, que la
convirtieron en una rareza editorial? Los testimonios de autores y críticos que
dicen haber visto esa novela son tan escasos y circunstanciales que ningún
investigador se toma en serio su presunta existencia... salvo Armando, un
bibliófilo de finísimo olfato que dedica una buena parte de sus esfuerzos a
esclarecer el misterio. Tras su muerte, será su viuda quien decida enarbolar
ese estandarte y continuar la búsqueda de la enigmática narración de Polidori,
para lo cual necesitará la ayuda de Irene (una antigua doctoranda que en la
actualidad trabaja como cuidadora de ancianos) y de Markus (un brillante
falsificador, que ya rebasó la edad de la jubilación).
Pero Pedro Brotini no se queda anclado en ese
esquema narrativo, que resulta accesible a cualquier mentecato con ínfulas de
bestseller. Lo que sus páginas nos proponen, por el contrario, es algo más
denso, más duradero, más sugerente: un ejercicio de buena literatura, donde el
lenguaje, la sintaxis y la erudición se conjugan con un exquisito cuidado de la
arquitectura novelesca. Al avanzar por La Estancia ,
el lector se da cuenta de que está adentrándose en una propuesta que no está edificada
con trucos baratos o repetidos, diseñados para capturar su atención, sino que
se vertebra sobre personajes creíbles, con un hilo argumental verosímil y con
un manejo brillante del material literario. Y también se da cuenta de que, en
el fondo, Pedro Brotini le está contando varias historias de amor, fundidas en
un mismo volumen: el amor entre Mary y John; el amor entre Armando y Aurora; y,
por encima de todo, el amor a los libros, que es una constante que empapa, en
gran medida, a los personajes de esta novela, desde el origen de los hechos
históricos (Lord Byron, Mary Shelley, John William Polidori) hasta el presente.
El ganador del IV Premio Volkswagen Qué Leer (lo
obtuvo en el año 2011 con su novela El
tiempo de las palabras azules) ha vuelto con un libro muy notable, donde
corrobora las excelentes sensaciones literarias que nos dejó. Y la editorial La Fea Burguesía vuelve
a acertar con esta incorporación a su catálogo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario