En su magnífica novela El intermediario, el escritor murciano Pedro García Montalvo nos
hablaba de “la artesanía de la avaricia”. Y es un sintagma que me ha resucitado
en la memoria al acabar de leer la última obra de Juana Salabert. Hablo de La regla del oro, que publica Alianza
Editorial en su serie negra y que lleva pocas semanas en las mesas de novedades
de las librerías.
La historia que nos traslada es tan sugerente como
actual: acaba de aparecer degollado entre unos contenedores de basura un joyero
que se había especializado en la compra de oro a particulares. El crimen, desde
luego, es horrendo, pero hay dos detalles que lo vuelven aún más truculento: el
primero, que lleva prendida en la ropa una notita donde se le acusa de esquilmar
a los pobres desgraciados que no tienen más remedio que deshacerse de sus
alhajas familiares para hacer frente a sus problemas económicos; el segundo,
que no es la primera víctima que la policía encuentra adecuándose al mismo
formato: ya son tres los “comprooros” muertos en fecha reciente. Y todos
llevaban un cartelito similar prendido en la ropa.
El policía encargado del caso será Jorge Alarde, un
hombre joven con una enorme carga de problemas vitales sobre los hombros
(sufrió una infancia traumática, de la que le quedan indelebles secuelas) y que
no termina de encontrar su sitio en el mundo. Paso a paso, Alarde se irá
encontrando en su investigación con todo tipo de personajes grotescos, tristes
o repulsivos: niños de papá que han encontrado en la esgrima, el alcohol y la
ludopatía los modos de malbaratar su existencia; empleadas rancias que
mantienen una relación ambigua con sus jefes; hijos coléricos que descubren que
han sido maltratados en la herencia y que reaccionan de forma tremebunda;
poseedores de relojes de gran valor histórico que se verán obligados a
empeñarlos para hacer frente a la crisis; personas que no encuentran su espacio
laboral en España y que han de trasladarse a Francia; otras que fingen
conservar su trabajo, para que su esposa no los considere unos fracasados... Y,
como telón de fondo, los grandes signos podridos de la Europa y la España actuales (corrupción
generalizada, la marea blanca, la
Troika , el paro, la estafa de las preferentes, el boom
inmobiliario), que salpican el texto y lo llenan de una actualidad amarga.
Escrita con una prosa transparente, donde se ha
prestado mucho más interés al desarrollo comunicativo que al preciosismo
literario, La regla del oro es una
narración en la que todos los lectores descubrirán un retrato fiel del mundo
que nos rodea, donde la avaricia, los fraudes, las pulsiones negativas o el
crimen palpitan a nuestro alrededor sin que probablemente nos demos cuenta de
sus auténticas dimensiones. Pero Juana Salabert era consciente de que una
novela no puede detenerse en el simple dibujo ambiental (por más exacto que
éste pueda resultar), sino que tiene que entregarnos también a unos personajes
densos, fuertes, capaces de vertebrarla y llevar de la mano a los lectores, así
que adensa el retrato de algunos de ellos, como Jorge Alarde, que se convierten
en figuras de enorme poderío literario. Solamente por eso, y por la sorpresa
final que la trama esconde, ya valdría la pena acercarse hasta las páginas de La regla de oro.
1 comentario:
¡Cómo me gusta!Es novela negra, es buena literatura, es española y está escrita por Juana Salabert, a la que admiro. Gracias Rubén.Estoy muy contenta de poder leer tus críticas, nunca me siento defraudada, sino agradecida a un autor, tan generoso, que comparte con los demás, sus descubrimientos literarios y su saber infinito.Ah, y gracias también, por traer a mi memoria, a Pedro García Montalvo, un gran profe, para mí, y un gran autor, para Murcia
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