Yo tenía 20 años y estaba convencido de que quería
escribir y publicar libros. En aquel momento (1986) el formato editorial que
más me gustaba era Anagrama, porque no sólo editaban de forma muy hermosa sino
que leían a los autores emergentes. Y aunque jamás les envié ninguna novela
(supongo que porque me mostraba inseguro de que valieran la pena) sí que leí
bastantes números de su catálogo. Uno de los primeros fue Alguien te observa en secreto, de Ignacio Martínez de Pisón. Y
ahora, un cuarto de siglo después, descubro una antología del escritor
zaragozano en la que incluyen uno de aquellos cuentos memorables. Se trata del
tomo Aeropuerto de Funchal, que sale
con el sello Seix Barral y que he leído con auténtico placer.
“Los nocturnos” nos traslada, de la mano de la Gran
Orquesta Acapulco, hasta el itinerante universo de esos músicos que amenizan
verbenas y que se pasan la mitad del tiempo en la carretera o soportando
groserías de los parroquianos. Un viaje nocturno en la furgoneta servirá al
narrador para contarle a uno de los nuevos cómo se enamoró de Elisa, mala
vocalista a la que quiso encumbrar por todos los medios y de la que terminó
distanciándose. “La hora de la muerte de los pájaros” es la historia de un amor
adolescente, de gran belleza, entre primos. Nos habla de veranos de
acercamiento y de septiembres de separación. Y todo ello rubricado con un
colofón de languidez. “Boda en el hotel Colón” presenta a un personaje
entrañable, patético, humorístico y melancólico (todo mezclado): Anselmo Soler,
animador de bodas. “Siempre hay un perro al acecho” nos coloca ante un tema
horrible, que produce escalofríos sólo mencionar: la muerte de los hijos. “El
ramo más grande de Valladolid” tiene como protagonista a un director de cine
porno blando, que se encuentra en un casting a una persona importante de su
pasado...
En suma, un conjunto de historias decantadas,
elegidas por el propio Ignacio Martínez de Pisón como las más logradas o
significativas de su producción, que facilitan unas horas de lectura sumamente
agradables. No se equivocan quienes apostaron por él desde el principio. No nos
equivocamos tampoco quienes lo leemos con fidelidad desde hace casi tres
décadas.
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