Ahora que andamos inmersos en una época
especialmente turbulenta en lo concerniente a los asuntos políticos
(corrupción, sobres, mentiras, negocios sucios, prevaricaciones), decido leer
la novela La jaula de los gorilas, de
mi admirado Rodrigo Muñoz Avia, publicada por Alfaguara. En ella nos presenta a
Gerardo, un chico de dieciséis años aficionado al cómic y que vive en una
familia normal... salvo por una pequeña circunstancia: su padre es Consejero de
Medio Ambiente. Acostumbrado a que su progenitor comente en casa todos los
asuntos relacionados con el trabajo, y a que incluso acepte de su hijo algunas
discrepancias (lo llama en broma “jefe de la oposición”), nuestro protagonista
se queda perplejo cuando unos compañeros de clase le comentan que, en la radio,
están comenzando a decir que su padre ha sido denunciado por corrupción. Al
parecer, ha concedido licencias que benefician a algunos de los empresarios
emblemáticos de la ciudad y ha cobrado comisiones por ello. Reacio a admitir
que nadie le escupa a la cara ningún comentario (“Yo soy el primero que pongo a
parir a mi padre por su forma de hablar en público y por muchas de sus
decisiones y porque haya conseguido parecerse cada vez más al resto de los
políticos. Pero una cosa es que lo digo yo e incluso que se lo diga a él, y
otra cosa muy distinta es que lo digan los demás”, p.10), Gerardo comienza su
particular calvario. ¿Debe creer las explicaciones de su padre? ¿Ha de confiar
ciegamente en su inocencia? O, por el contrario, ¿es legítimo que dude y lance
preguntas?
Zarandeado por la incertidumbre, Gerardo intentará
refugiarse en sus amigos (que no le ayudan especialmente), en la relación con
algunas chicas (Adriana, sobre todo), en su primo Peki (en cuya casa se hospeda
durante unos días); y, sobre todo, en sus propios pensamientos, en medio de los
cuales intenta hallar la respuesta que necesita. Dibujar un cómic que lo lleva
atareado desde hace meses es otra de sus salidas, porque en sus páginas
encuentra una vía de escape para expresar sus zozobras, sus miedos, sus
esperanzas...
La jaula
de los gorilas no es una gran
novela juvenil: es una gran novela que pueden leer los jóvenes. Que no es lo
mismo. Nos habla de cómo se puede erosionar o romper una fe; nos habla de los
secretos que anidan siempre en el interior de todas las personas que nos
rodean; nos habla de las ilusiones que se agrietan, de cómo juzgamos y somos
juzgados. Nos habla del vértigo. Nos habla de la angustia de no estar seguros
acerca de los demás. Unas páginas sin duda magníficas, que recomiendo
intensamente.
1 comentario:
Las familias normales deben existir, pero no conozco ninguna.
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