martes, 15 de octubre de 2024

El silencio de las sirenas

 


Qué difícil resulta, para una persona vulnerable o especialmente sensible, resistir el empuje de las ilusiones, de las esperanzas, de los sueños. Y Elsa, desde luego, es una mujer muy vulnerable y muy sensible. Hace tiempo, después de haber vivido una experiencia sentimental que se frustró y la dejó maltrecha, conoció levemente a un hombre llamado Agustín, con el que intercambió unos minutos de charla; pero la huella que en su alma dejó aquel hombre fue tan nítida, tan firme, tan duradera, que lleva años alimentando en silencio, en su casita de las Alpujarras, una idolatría ciega por él. Lo llama amor, porque no sabe qué otro nombre puede ponerle a esa emoción que la embriaga e impregna: todos sus pensamientos, todas sus cartas, incluso todos sus sueños, están colonizados por la presencia magnética de ese hombre que, ignorante de la impronta que ha dejado en Elsa, vive su propia vida a muchísimos kilómetros de allí, en Barcelona.

De pronto, un personaje nuevo se suma a la vida de Elsa: María, una maestra destinada a la localidad, que después de haber comentado en broma que sabe hipnotizar a la gente, es requerida por Elsa para que la suma en un trance y, juntas, averigüen cuál es el misterioso significado de los sueños que la asaltan por las noches, donde aparece Agustín, pero donde también se habla del año 1864, de Bismarck, de una cruenta guerra y de un hombre llamado Eduardo.

¿Qué se puede decir de la narrativa de Adelaida García Morales? Se me ocurren palabras como tenuidad, como niebla, como silencios, como lentitud; y todas esas palabras se entrelazan para dibujar una prosa de acuarela, de la que ya conocí una primera muestra al adentrarme en El sur (https://rubencastillo.blogspot.com/2020/08/el-sur.html) y que, en esta segunda aproximación me vuelve a deparar unas horas de deliciosa lectura. Busque la obra quien desee reflexionar sobre el mundo de los amores imposibles, de las fascinaciones misteriosas y del poder absorbente que pueden desplegar, en ocasiones, unas pocas palabras, unas pocas miradas.

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