viernes, 18 de octubre de 2024

La versión de Judas

 


Existen, dentro de Moyano, muchos Moyanos. Pero también es factible pensar que si se leen todos sus libros se encontrará, en el hipotético fin de esa aventura, un solo Moyano. Late en ese juicio paradójico una convicción: que cualquier libro suyo lo contiene por entero, pero que sus lectores buscamos sin fatiga el conjunto de sus obras con la esperanza de descubrir en cada una de ellas un tema, un pensamiento (o al menos un detalle) que no estuviese contenido en los volúmenes anteriores.

Acudimos así a La versión de Judas, su más reciente entrega, que nos viene de la mano del sello Talentura y que agavilla diez relatos donde se condensa de forma muy clara el espíritu creativo del autor: trenes fantasmales e interminables que, pese a su condición tangible, parecen pertenecer al mundo de las pesadillas o de la locura (“La bufanda roja”); lugares míticos que se buscan con ahínco y en los cuales se cifra la obtención de la calma o de la felicidad (“La ciudad soñada”); homenajes evidentísimos a Jorge Luis Borges (“El Libro”, “La versión de Judas”); los viajes en el tiempo, que ya acarició como tema en una obra anterior, titulada La hipótesis Saint-Germain (https://rubencastillo.blogspot.com/2017/11/la-hipotesis-saint-germain.html) (“Fragmento de un diario”); etc.

Pero, sobre todo, lo que cualquier lector encontrará en estas páginas es una cristalización (diez cristalizaciones) de su modo de sentir y plasmar la literatura: su precisión verbal, su pirotecnia imaginativa, sus finales sorprendentes… Quien se acerque hasta La versión de Judas va a encontrarse con Manuel Moyano. Lo cual, para sus adeptos, es el mejor resumen y la mejor etiqueta posibles. Así que mi consejo para todos ellos es clarísimo: busquen el tomo y prepárense para descubrir unas extrañas competiciones astronómicas entre países, para dejarse engañar por un perro, para conocer a un risible cronista pueblerino, para desvelar qué asombroso personaje se esconde tras el seudónimo Azucena Espriu y, sobre todo, para escuchar la voz grave de Manolo leyéndoles estos relatos, con permiso de Teresa, al oído. Quienes no hayan tenido oportunidad de leer antes al autor experimentarán la sorpresa de conocer su estilo; quienes ya lo conozcan, sentirán la alegría de ver prolongada la admiración por sus líneas. Una experiencia tan recomendable como urgente. Tardando están.

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