Es más que
evidente. Se puede discrepar (yo discrepo) de las posturas ideológicas y
religiosas de Juan Manuel de Prada. Se puede considerar que ha conducido su
actividad articulística por senderos no del todo razonables. Pero lo que
también me parece evidente es que el cabronazo escribe como Dios. Una de las
demostraciones palmarias es su muy voluminosa obra Desgarrados y excéntricos (Seix Barral, Barcelona, 2001), con la
que he disfrutado por segunda vez y que, también por segunda vez, me ha
estremecido. He disfrutado con los primores de la sintaxis y el léxico de
Prada; y me he estremecido pensando en la crudeza que puede mostrar el mundo de
las letras con los ilusionados advenedizos que llegan a él con las alforjas no
demasiado repletas de talento (o quizá sí repletas, pero careciendo de instinto
depredador).
Las vidas de estos
pobres mediocres son terribles, y también ilustrativas, y también llorosas. Hay
en ellos (aunque pueda parecer lo contrario) muchas lecciones que aprender,
quizá porque fueron los últimos ilusos. Lo único que yo le reprocharía a Juan
Manuel de Prada es que haya abordado la crónica de sus existencias y de sus
obras con ese despiadado tono general que adopta, y que lo acerca a la crueldad
umbraliana. Un leve cachondeo es admisible (o puede serlo); una ligera mirada
cínica puede ser aplaudida por los lectores. Pero el ensañamiento sistemático
(se disfrace de lo que se disfrace) es poco amable.
Dicho eso, la obra
es literariamente soberbia. No me supone ningún problema reconocerlo y
pregonarlo.
“La literatura
también se construye con la mampostería del olvido, y no sólo con las vigas
maestras de la celebridad”. “En España las noticias se construyen con rumores,
y no con la sustancia aburrida de la verdad”. “Sus palabras, como las de
cualquier hombre libre, pastorean de todas las ideologías y de ninguna”. “En
España el pensamiento no encauzado siempre ha provocado ronchas y sabañones”.
“Todo odio constituye, en el fondo, una expresión amarga de la veneración”.
1 comentario:
Fue un préstamo de alguien al que apreciaba mucho, me dijo que debía leer esta obra sin falta, yo estaba a punto de entrar en quirófano y la verdad, no sabíamos que pasaría...en fin, a lo que voy, fue lo primero que leí cuando semanas después ya estaba en planta. Por las circunstancias, por quién me lo regaló y por el libro en sí mismo, es una de mis obras favoritas y a las cuales no solo guardo cariño, si no que uso como referencia cuando los idiotas son los que te invitan a cenar...
Un besito.
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