Eliodoro
Puche se quitó la H del nombre como homenaje a su madre, que no la escribía. Y
nos dejó escritos algunos poemas realmente hermosos, que sufrieron una difusión
menos notable de la que quizá hubiera sido justa. Ya muerto el autor (nos dejó
en 1964), hemos tenido la suerte de que algunas de sus obras fuesen publicadas
en libro, para poder gozar de ellas.
El
volumen que ahora manejo (editado por la Obra Cultural de CajaMurcia) me ha
permitido conocer Las alas en el aire,
ochenta páginas de versos sencillos, de desnudez maravillosa, donde burbujea la
voz pura del escritor lorquino. No se somete a métrica ni a rimas, de tal
manera que el río sereno de su voz fluye con naturalidad dulce, para modular
poemas íntimos, filosóficos, amorosos y, en algún caso, incluso juanramonianos
(“El cuadro interior”) o nerudianos (“La casa de tu amor”).
Eliodoro
Puche nos va dejando en los ojos, página tras página, sus confesiones
estilísticas (“Mi sencillez es tal que es complicada”), sentimentales (“Con qué
avaricia / atesoré para tu invierno / lo más precioso de mi amor”) y vitales
(“Soy un coleccionista de horizontes”). Al final, sentimos que este conjunto de
textos constituyen casi una audición:
es como si el poeta se hubiera sentado junto a nosotros y, con voz lenta y
sabia, nos susurrase sus corolarios de vida. Tan sólo por ese detalle (y por
poemas como “Belleza”, que llena de luz la página 24) ya habría merecido la
pena acercarse hasta sus versos.
1 comentario:
Yo ya he dicho muchas veces que necesito poesía para vivir, no concibo leer narrativa si no la intercalo con poesía, no encuentro mejor manera de desintoxicarme y dejar mi mente preparada para un nuevo libro...ea.
Tomo nota Profesor.
Besitos.
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