El poder. El Poder. La vieja, turbia, imparable
fascinación que ejerce sobre los seres humanos. Los tentáculos gelatinosos pero
firmes con los que atenaza a sus víctimas. En este volumen que edita Francisco
Gutiérrez Carbajo para el sello Cátedra, la madrileña Carmen Resino nos ofrece
dos piezas teatrales en las que reflexiona, certera y hondamente, sobre los
matices de esa pulsión universal.
En la primera de ellas nos sitúa en la Francia de principios del
siglo XIX, en una época turbulenta que ha visto sucederse los horrores del
Antiguo Régimen, los desmanes sangrientos de la Revolución , los
costosos sueños imperiales napoleónicos y la confusión de un tiempo que oscila
titubeante entre monarquía y república. En medio de ese marasmo se erige en
protagonista José Fouché, un personaje acomodaticio que ha sabido sobrevivir a
todos los vaivenes y que no se ha ahogado en ningún río, ni de agua ni de
sangre (“He sido, por tanto, el único que ha servido al país por encima de banderías,
mientras que los demás solo lo han hecho a una causa”, p.121). Esa actitud
camaleónica le permite situarse en un punto estratégico de enorme interés:
aquél que lo convierte en pieza clave para coronar al candidato Luis XVIII como
nuevo soberano galo. En la negociación que se establece entonces, en ese
embriagador juego del poder (“¿Existe otro más apasionante?”, p.151), Foulché
utilizará sus cartas con una endiablada habilidad. Sabe que tiene enemigos que
lo odian a muerte (María Teresa de Borbón), rivales que lo ven como un enojoso
obstáculo para sus intereses (Talleyrand) y nobles que requieren su concurso a
pesar de sentir asco por él (el barón de Vitrolles); pero es época de astucias,
de pactos y de componendas, y todos se suman a la danza.
En la segunda obra del volumen seguimos en Francia,
pero ha pasado algo más de un siglo. Las botas nazis han irrumpido en las
calles de París y la población, humillada y ofendida, no consigue recuperarse
de ese bochorno histórico. En las primeras horas del verano de 1940, el
edificio de la Ópera recibe una visita por completo inesperada: el Führer se
acerca hasta allí con varios de sus ayudantes (entre ellos, Albert Speer) para
visitar fuera de horario sus instalaciones. Un guía que habla alemán les sirve
como cicerone, pero los jerarcas nazis ignoran que ese hombre en apariencia
inofensivo y que se comporta con una educación esmerada, casi servil, lleva
escondida en el bolsillo una pistola.
Sirviéndose de estos dos impresionantes decorados,
Carmen Resino traslada a sus lectores hasta el epicentro de una reflexión
capital, con tantas derivaciones como cuadros escénicos: ¿cómo logra el poder
amedrentarnos con tanta rapidez y tanta eficacia? ¿Cómo consigue convertirnos
en marionetas huérfanas de vigor y de rebeldía? ¿De qué mecanismos se vale para
marcar a casi todas las personas con el hierro del pánico y la obediencia?
José Fouché y Adolf Hitler (pero también sus
contrafiguras Luis XVIII y el guía de la Ópera) se convierten aquí en símbolos
turbios, que nos recuerdan que los seres humanos camuflamos en nuestro interior
un arsenal de claroscuros y que las circunstancias pueden hacer que nos
desviemos hacia la luz o hacia las tinieblas. Carmen Resino nos sirve esta
lección en dos piezas dramáticas de intensa belleza terrible, que conviene leer
y meditar.
3 comentarios:
Una recomendación exquisita Rubén y la reseña fabulosa ¿No te da la impresión que se ha perdido la valentía y el riesgo en la mayor parte de los autores de hoy? Cuando una joya así cae en tus manos es todo un regalo.
Un besito.
A mí me han fascinado las reflexiones que esmalta sobre la oscura fuerza del Poder sobre los seres humanos. En "La visita" no puedes evitar ponerte en la piel del guía y... guau. Estremece. Gracias por estar al otro lado.
La biografía de Fouché escrita por Stefan Zweig, es una lectura memorable. Aquel "traidor perfecto" es evidente que tiene un gran e interesante potencial literario.
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