Gracias a la recopilación de Sergio Fernández
Larraín, puedo leer estas Cartas inéditas,
de Miguel de Unamuno (Rodas, Madrid, 1972), donde advierto la complejidad
terriblemente contradictoria de este vasco universal y terruñero. A veces,
Unamuno incurre en discursos que sorprenden por su insensibilidad (en la carta
del 3 de mayo de 1896, comenta la hidrocefalia de su hijo, de la cual parece
que sólo la muerte lo sacará; y luego, tras colocar un punto y aparte, sigue
hablando de sus publicaciones, y de asuntos filológicos); pero la mayor parte
de las ocasiones, sus asertos son agudos y exactos. Como la mejor muestra nos
la ofrecen sus propias palabras, dejaré algunas de las citas que he subrayado
en el tomo: “No hay nada que más sostenga en el mundo, después del cariño a una
mujer, que el propósito de llevar a cabo alguna obra de fin impersonal y
desinteresado”. “La ciencia es propiedad colectiva y el egoísmo debe quedar
para tratantes de bacalao”. “Hoy creo que lo que hace falta es al publicar una
nueva edición de una obra se debe hacerlo corregida y disminuida”. “El buen
tono es la seriedad del burro: ir a dormirse a la Ópera”. “Si en mí consistiera
ya se estaban quemando todas las obras de Calderón de la Barca , eterno desconocedor
del corazón humano, gongorino inaguantable, teólogo echado a perder, sofista,
inflador de gaita”. “Yo soy antidemócrata, creo que el pueblo es pueblo y no
puede dar ni quitar patentes de talento. Estimo en más la opinión de cuatro
inteligentes que el aplauso de todo un pueblo de profanos”. “El cura y el
soldado son hermanos, los dos soportes de un mundo que se va, demasiado
lentamente por desgracia”. “¡Qué verdad la de que se riega con sangre la
fortuna y que debajo del proceso industrial hay un festín de antropofagia”.
“Mientras haya ejércitos no habrá civilización”. “Ciencia que no tienda a
filosofía no merece atención”. “La ciencia se está convirtiendo en
superstición, el microbio va a ser una entidad teológica. ‘La ciencia
dice...’”. “Comprendo que se coleccionen cosas naturalmente limitadas, como insectos, o históricamente limitadas, como monedas árabes, pero no objetos que
se fabrican para coleccionistas. Eso
de coleccionar tarjetas que se hacen para colecciones no me parece serio”.
“Malo es leer libros para escribir sobre ellos (...). De entre todas las
profesiones la peor es la de lector”. “El que piensa por su cuenta es
progresivo, piense como pensare, y el que piensa por otros, es regresivo, así
repita las mayores novedades”.
Un intelectual, sin duda, lleno de singularidades, admirable
y odioso casi en las mismas proporciones. Sé que seguiré leyéndolo en los años
venideros.
1 comentario:
Estoy de acuerdo contigo en que a Unamuno o se le quiere o se le odia, sin término medio, pues era una persona peculiar y algo huraña, en mi caso concreto, como escritor no tengo pega alguna, y como no le conocí...(jejeje) Anoto las cartas, no las he leído, la verdad es que llevo mucho tiempo sin leer nada de él ni de otras glorias patrias: Blasco Ibañez, Pío Baroja, Valle-Inclán...
Tú siempre recordándonos lo grandes que son nuestros autores de siempre. Gracias.
Un beso!!!
Yolanda.
Publicar un comentario