jueves, 20 de abril de 2017

Cartas inéditas



Gracias a la recopilación de Sergio Fernández Larraín, puedo leer estas Cartas inéditas, de Miguel de Unamuno (Rodas, Madrid, 1972), donde advierto la complejidad terriblemente contradictoria de este vasco universal y terruñero. A veces, Unamuno incurre en discursos que sorprenden por su insensibilidad (en la carta del 3 de mayo de 1896, comenta la hidrocefalia de su hijo, de la cual parece que sólo la muerte lo sacará; y luego, tras colocar un punto y aparte, sigue hablando de sus publicaciones, y de asuntos filológicos); pero la mayor parte de las ocasiones, sus asertos son agudos y exactos. Como la mejor muestra nos la ofrecen sus propias palabras, dejaré algunas de las citas que he subrayado en el tomo: “No hay nada que más sostenga en el mundo, después del cariño a una mujer, que el propósito de llevar a cabo alguna obra de fin impersonal y desinteresado”. “La ciencia es propiedad colectiva y el egoísmo debe quedar para tratantes de bacalao”. “Hoy creo que lo que hace falta es al publicar una nueva edición de una obra se debe hacerlo corregida y disminuida”. “El buen tono es la seriedad del burro: ir a dormirse a la Ópera”. “Si en mí consistiera ya se estaban quemando todas las obras de Calderón de la Barca, eterno desconocedor del corazón humano, gongorino inaguantable, teólogo echado a perder, sofista, inflador de gaita”. “Yo soy antidemócrata, creo que el pueblo es pueblo y no puede dar ni quitar patentes de talento. Estimo en más la opinión de cuatro inteligentes que el aplauso de todo un pueblo de profanos”. “El cura y el soldado son hermanos, los dos soportes de un mundo que se va, demasiado lentamente por desgracia”. “¡Qué verdad la de que se riega con sangre la fortuna y que debajo del proceso industrial hay un festín de antropofagia”. “Mientras haya ejércitos no habrá civilización”. “Ciencia que no tienda a filosofía no merece atención”. “La ciencia se está convirtiendo en superstición, el microbio va a ser una entidad teológica. ‘La ciencia dice...’”. “Comprendo que se coleccionen cosas naturalmente limitadas, como insectos, o históricamente limitadas, como monedas árabes, pero no objetos que se fabrican para coleccionistas. Eso de coleccionar tarjetas que se hacen para colecciones no me parece serio”. “Malo es leer libros para escribir sobre ellos (...). De entre todas las profesiones la peor es la de lector”. “El que piensa por su cuenta es progresivo, piense como pensare, y el que piensa por otros, es regresivo, así repita las mayores novedades”.

Un intelectual, sin duda, lleno de singularidades, admirable y odioso casi en las mismas proporciones. Sé que seguiré leyéndolo en los años venideros.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Estoy de acuerdo contigo en que a Unamuno o se le quiere o se le odia, sin término medio, pues era una persona peculiar y algo huraña, en mi caso concreto, como escritor no tengo pega alguna, y como no le conocí...(jejeje) Anoto las cartas, no las he leído, la verdad es que llevo mucho tiempo sin leer nada de él ni de otras glorias patrias: Blasco Ibañez, Pío Baroja, Valle-Inclán...

Tú siempre recordándonos lo grandes que son nuestros autores de siempre. Gracias.
Un beso!!!
Yolanda.