miércoles, 9 de julio de 2014

Un hombre afortunado



El doctor John Sassall es un galeno peculiar, que parece vivir fuera de su tiempo, y así nos lo explica John Berger en esta novela, que traduce Pilar Velázquez para el sello Alfaguara y que contiene varias estupendas fotografías de Jean Mohr. El enfoque que adopta Berger para aproximarse a este médico es notable: lo observa en su trato humano, en el modo apacible en que trata de conversar con sus pacientes, tomándose su tiempo. Sin agobios, sin prisas, sin exigencias. De esa manera ellos se sienten relajados y le facilitan el acceso, colaboran en la curación, se abren a quien consideran un semejante “humano”. El doctor Sassall consideraba que tratar de modo acelerado o frío a los pacientes constituía no solamente una crueldad, sino “una forma de negligencia” (p.84).
Su posición de ‘personaje especial’ de la zona se sustenta en el hecho más bien indiscutible de que, siendo distinto, se esfuerza por ser igual. Quizá por eso lo aceptan los habitantes del pueblo. Por eso lo respetan.
Berger, con una prosa sobria y meticulosa, nos va contando algunos de los casos que este doctor atiende en su faceta profesional y humana: un hombre atrapado por la caída de un árbol, que tiene la pierna destrozada y que teme perderla (tras inyectarle morfina y sacarlo de allí, le dice que no la perderá); una mujer del pueblo que contrajo una especie de asma nervioso tras sufrir las insinuaciones sexuales de un hombre; una anciana que sufre un ataque cardíaco, a la vez que neumonía; una chica de 16 años y medidas turgentes, a quien le concede una baja laboral de una semana para que busque otro trabajo que la haga más feliz que el que tiene en estos momentos, en la lavandería; una mujer pobre y que vive con su segundo hombre, la cual le explica al médico que nunca le apetece hacer el amor con él, porque no siente nada; una pareja de ancianos, que se cuidan mutuamente, mientras él parece tener algún tipo de infección (tal vez diabetes); etc.
Ésta es la historia de un hombre peculiar que tuvo un modo peculiar de morir: se suicidó quince años después de que John Berger documentase todas estas prácticas médicas suyas.

Un libro lleno de encanto y que resulta útil para entender algunos laberintos del alma humana.

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