Hay una frase que, atribuida
normalmente al actor Sean Connery, parece pensada para abrir este comentario:
“En el riesgo está el placer”. Y es, en efecto, lo que seguramente pensó el
escritor Josep Sempere mientras estaba escribiendo su obra El demonio de la tarde, una pieza compleja y sin concesiones que
presentó al premio Gran Angular del año 2007. Y aunque no obtuvo el galardón
(que recayó finalmente en la joven murciana Marta Zafrilla) sí que elaboró una
novela de gran valía, asombrosa estructura y loable densidad.
Su protagonista
es el escritor Claudio Muns, que está sufriendo una prolongada sequía creativa
que dura ya tres años y que acude a impartir una charla en un centro educativo.
Allí conoce a Abril, una extraña muchacha de dieciséis años que le entrega un
cuaderno con el título de El demonio de la tarde. La chica le recuerda a una
antigua novia, y parece calcar los rasgos faciales de un cuadro de Botticelli.
Pero la situación se complica cuando sale del centro, porque una enorme nevada
se abate sobre su coche, provocando su aislamiento y sepultura. Cuando, pasado
mucho tiempo, consiguen localizar el vehículo, la mayor de las perplejidades
asalta a todos: Claudio Muns no está en su interior. ¿Qué ha ocurrido con el
novelista? ¿Cómo consiguió salir del coche en medio del vendaval? ¿Y dónde se
encuentra, entonces? ¿Acaso ha aprovechado la coyuntura de la tormenta para
huir y emprender una nueva vida? Preguntas como éstas llevan a su hijo Julio
hasta el centro educativo donde se vio a su padre por última vez. Allí se
interesa por conocer a Abril (de la que tiene noticia por un cuaderno que ha
dejado su padre en el interior del vehículo inmovilizado por la nieve)... y
comenzará una gran cadena de sorpresas y revelaciones misteriosas, que no sería
conveniente ni justo desvelar aquí. Que nadie espere, en todo caso, una obra
fácil, una novela repleta de enigmas niñoides o caminos trillados. Nada más
lejos. Josep Sempere decidió arriesgarse, y lo hizo a conciencia. Metió los
brazos en un argumento donde la realidad, los sueños, la vida oculta de las
frustraciones, las culpas que todos arrastramos, el peso del ayer y las
misteriosas reacciones del ser humano se combinan y barajan en cien páginas que
son auténtica dinamita. Prepárese el lector para emociones fuertes; y prepárese
también para una trama que da vueltas, dibuja giros y traza quiebros de
magnitud considerable. ¿Obra para adolescentes? Sin duda. Pero también para
adultos que estén dispuestos a sumergirse en una aventura que los llevará al
límite de su credulidad. Cuando uno de los personajes dice, en la página 61:
“Me había metido de lleno en un verdadero laberinto”, está diciendo la verdad,
porque El demonio de la tarde es una novela construida sobre juegos de espejos,
una novela donde los narradores sucesivos o encajados van destapando poco a
poco las matriuskas del argumento. Muy recomendable.
2 comentarios:
Yo personalmente no e entendido el final...
Yo no entendí el final
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