El exquisito sello Cátedra acaba de editar, con un
espléndido trabajo de exégesis de Hernán Loyola, el juvenil texto poético Tentativa del hombre infinito, de
Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, más conocido en el ámbito de las letras
como Pablo Neruda. Este poco conocido volumen constituye, en la producción del
chileno, una bisagra evidente entre su etapa simbolista y su etapa surrealista,
como señaló hace años el estudioso Fernando Alegría.
Se trata de una obra realmente extraña, no
demasiado extensa, llena de nervio, “sobrecogedora pero ininteligible” (en
opinión de Saúl Yurkievich), y que tiene mucho de desbordamiento, de vómito
existencial, de riada anímica. Flotan en ella candelabros, hogueras, hojas,
crepúsculos, matorrales, proas, luces, campanas, amores, vientos, túneles,
mareas, atardeceres, fotografías, besos, frutas, niños, metales, peces, trapos,
panes, victrolas, luciérnagas y bosques. Es como si los mundos antiguos de
Neruda (el mundo triste de Crepusculario,
el mundo reordenador de El hondero
entusiasta, el mundo erótico de Veinte
poemas de amor y una canción desesperada) abdicasen de su estatus cósmico y
se despeñaran por los taludes de una desgarradora pesadilla surreal, pórtico ya
de las Residencias.
Como es lógico suponer, este vuelco conceptual ha
de ir acompañado también de un giro drástico en la forma. No podía ser (casi
nunca lo es) de otro modo: cuando rasgamos un naipe, ambas caras resultan
destruidas. Consciente de que las revoluciones han de ser absolutas (o no son
nada), el joven escritor decide desautorizar los preceptos caducos de la
ortodoxia: niega la puntuación, descree de las mayúsculas y cancela el rigor
militar de la sintaxis castellana, logrando lo que Enrico Mario Santí definió
en su momento como “suite visionaria”, donde los vocablos nocturnos se
convierten en los grandes protagonistas (sueño, luna, dormir, estrella, sombra,
etc. “Noche” aparece en 26 ocasiones). Como es lógico, los lectores quedan a
menudo desconcertantes, sobre todo sabiendo que es la obra que publicó Neruda
tras sus transparentes Veinte poemas de
amor y una canción desesperada.
Neruda comprende que el ático de los sueños está
ahí, esperando ser visitado y descrito con palabras (desconcertadas, o
nebulosas, o balbucientes, pero palabras); y asume ese reto con el empuje y la
confianza que sólo un muchacho lleno de ilusiones podía desplegar. Haciendo
anatomía de sus propias entrañas, Neruda se muestra desnudo al sol de la poesía
y nos entrega unas páginas tan difíciles como confesionales.
Aparecen en las páginas del libro, flotando como
nenúfares sobre un magma de color oscuro, asombrosos juegos visuales o táctiles
(“la sonrisa se extiende como una mariposa en su rostro”, “el aire estaba frío
en tu corazón como en una campana”, “amanecía débilmente como un color de
violín”, “amanecen los puertos como herraduras abandonadas”, etc). Pero resulta
evidente que en sus líneas generales nos encontramos ante una obra difícil,
casi críptica, donde las pesadillas, las imágenes turbulentas y las
adjetivaciones extrañas parecen dejar óxido en la lengua de los lectores. Quizá por eso el crítico Alberto Cousté pudo
afirmar que Tentativa es “acaso el
menos leído de los libros de Neruda, y sin duda el que menos comentarios ha
merecido de sus exégetas”.
Con esta
edición de Cátedra, es posible que comience a entenderse mejor esta obra juvenil
del premio Nobel chileno.
1 comentario:
¡Bon día Rubén!
Neruda era tan grande que ni el éxito ni la fama pudo hacerle mirar por encima del hombro al ser humano ni por encima de la pluma al verso; no solo superó en calidad e intimismo a sus Veinte poemas de amor con esta obra, si no que dio luz y protagonismo a un estilo hasta entonces impensable para un "buen poeta": escribir saltándose las normas de puntuación y uso de mayúsculas, para que viéramos que el sentido y la belleza están en las palabras en sí, no es su forma de escribirlas y presentarlas. Es como si necesitáramos que nos guiaran para leer poesía, que fuera imprescindible que unas normas oficiosas nos presentaran los versos tal y como han de ser leídos y entendidos , como si fuéramos tontos y nos enseñaran que la m con la a es MA...va Pablo, llega, lo trastoca todo, lo desmantela y consigue que el lector se involucre más que nunca en lo que lee, porque en realidad es lo que siente por si mismo, no por lo que le marcan...
No se si me explico, jajajaja, es que NERUDA me despierta muchas cosas y me reconcilia con otras tantas.
Un beso, gracias por traernos joyas literarias.
Yolanda ❤❤❤
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