Releo el Diario
póstumo, de Ramón Gómez de la
Serna , expurgado por su mujer Luisa Sofovich de los aspectos
más íntimos (Plaza & Janés, Barcelona, 1972). Y constato una vez más que todas
las marcas del genio —Ramón lo fue, según dicen— brotan aquí: la chispa, el
alto logro lírico, la abisal hondura de sus meditaciones, la sinceridad, la
transmutación alquímica de todo en literatura. Se trata de un libro para leer,
releer, solazarse e instruirse en la esencia de un escritor auténtico, así que
le cedo la palabra para que sea él mismo quien nos deje sus reflexiones, cajón
extravagante y amplio donde cabe casi todo: la arbitrariedad, la filosofía, el
humor, el exabrupto... Ramón podía ser irritante en ocasiones, pero nos dejó
una obra literaria que conviene releer de vez en cuando. “Todo el que no está
muriéndose no alcanza la explicación del mundo”. “Volvimos a ver si estaban en
el banco del jardín público las horas que perdimos allí el otro verano, y allí
estaban”. “Quiero que queden fijas las ideas, y las ideas no pueden ser fijadas
porque las plumas se niegan a ello. Las plumas son unas hijas de puta”. “No
hablemos de café: o se tiene la superstición del café o no se tiene”. “El que
cree que todo lo va a encontrar en el diccionario, está erudíticamente
perdido”. “La vida es así: “¿Se ha acomodado bien? Pues entonces, ¡fuera!”...”.
“La multitud no tiene importancia más que cuando se revoluciona y quiere matar
al que está tan tranquilo y no se mete en nada”. “No dais importancia a los
pasos de los seres y tienen la importancia de lo que desaparecerá, de lo que,
habiendo sido tan evidente, un día no tendrá ninguna evidencia... Oíd con
atención y respeto los pasos”. “Cada vela tiene su manera de llorar su cera”.
“Ya vas a ser calumniado por todos. Ya vas a morir. Resígnate”. “Su defecto es que
a todo lo que hablaba le ponía forro de palabras”. “El beso, ¿es un préstamo o
un regalo?”. “Los libros de las rancias bibliotecas se traspasan sabiduría o
curiosidad en un intercambio secreto”. “El mayor logro de la vida es que no le
nombren a uno muerto honorario”. “Trajes: forros de la nada”. “Los repetidos
sellos de “archívese” que nos quieren o nos van poniendo a la espalda no deben
resistirse; hay que escapar apenas se les sienta”. “Si no te encuentro, ¿para
qué quiero la ciudad?”. “En el fondo del mar hay un álbum en que están las
fotografías de todos los náufragos”. “El arte no se debe abandonar. Hay que
estar buscándole las vueltas, hay que estar esperando que quiera hablar con
uno”. “Siempre la fotografía dice la verdad”.
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