Me di anoche un paseíto por la poesía, de la mano
de Gabriel Celaya, releyendo su breve libro Las
cartas boca arriba (Laia, Barcelona, 1978). Es un tomo bien perfilado, con
versos de puro fuego, que arden entre la fantasía y el rigor, mezclando lo
urgente con lo eterno, y donde brilla el estilo de un poeta único, versátil,
rocoso. El libro me ha gustado mucho (como me gustó cuando lo leí, allá por los
años 90) y me ha permitido recordar algunas líneas de intensísima belleza. Celaya
tiene manos ferreteras, agropecuarias, mineras, le pega puñetazos a los
vocablos, los acaricia, los mima, los estruja, les extrae su caudal de luz y de
verdad. De tal manera que sus composiciones y sus libros tienen una condición
humana que palpita. No hay en ellos alambique o manierismo, sino estruendo,
tierra mojada, calles de ciudad, gentes que pasan. Al cerrar las páginas de sus
libros, siempre, me formulo idéntica pregunta. ¿Por qué se ha olvidado tanto a
este escritor? No es desdeñable; ni siquiera es mediano. Yo entiendo que tiene
una musculación literaria muy sólida. Además, habla del amor, de la muerte, de
los grandes temas. ¿Dónde está la causa del vacío que a su alrededor se hace?
No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo.
“Porque tú y yo y el mundo nos estamos muriendo”.
“Nos estamos muriendo por los cuatro costados, / y también por el quinto de un
Dios que no entendemos”. “Nuestra pena es tan vieja que quizá no sea humana”.
“Soy el agua sin forma que cambiando se irisa”. “Ser hombre no es ser hombre.
Ser hombre es otra cosa”. “Lo real me resulta increíble y remoto”. “El siempre
primer día que hoy estreno”. “Así toda mi vida fue un fallido / esfuerzo por
ponerlo todo en claro”. “Debemos ser formales, solemnes, decorosos; / siguiendo
los carriles, crear libros y cuadros, / retratos que se pagan, poemas
publicables; / disimular con formas sabias que estamos locos”. “Dios es lo más
simple”. “El ibero que peca / de estar mal educado”. “No hay dignidad posible
cuando uno ha visto tanto / y está triste, está triste, sencillamente triste”.
“Te impones la alegría como un deber heroico”. “Hay músicas que invaden los
repliegues secretos”. “Cualquier cosa que hagamos se carga de sentido”.
“Vivimos de morirnos”. “Mi infancia me cuenta su mitología”.
2 comentarios:
Uno de los primeros poemarios de mi vida fue de Celaya, lo que pasa que yo lo utilizaba para acariciar la portada cuando estaba nerviosa, y no es que estuviera loca, qué también, pero es que la encuadernación era en terciopelo con letras en relieve... Tarde algunos años en leerlo y sobra decir que me tocó de lleno el alma. Un profesor mío decía que leer a Celaya contestaba tus preguntas y cuando dejaras de tenerlas debías leerlo para plantearte otras nuevas.
Una delicia leerte, como siempre.
Besos.
Excelente y bella la poética de Celaya, así como la descripción que haces de su estilo versificador. Es que no paras, Rubén. Gracias por tus enseñanzas.
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