Del teólogo Hans Küng, una de las mentes religiosas
más notables del siglo XX, se acaba de publicar en la editorial Trotta el libro
Siete papas, donde el célebre
pensador suizo nos traslada sus impresiones y reflexiones sobre aquellos
pontífices que han regido el Vaticano desde que él entró en el mundo de la
religión. Haciendo alarde de una sinceridad que le honra, Küng admite que,
además de introducir análisis objetivos acerca de estos dirigentes, también se
ha dejado influir por sus emociones (“El hecho de que determinados papas salgan
mejor parados que otros tiene que ver, por supuesto, con el hecho de que me
resulten simpáticos o antipáticos. ¿Cómo podría ser de otro modo?”, p.12).
Así, nos dirá que Pío XII usó la devoción mariana
“con sentido estratégico”, que fulminó el movimiento de los curas obreros
franceses, que fue capaz de excomulgar en masa a todos los comunistas del mundo
en 1949 mientras no movía un dedo para denunciar el nazismo (“Esto fue bastante
más que un error político; fue todo un fracaso moral”, p.39) y que, por todo eso, “este pontificado fue
una verdadera tragedia cristiana, a pesar de todo su esplendor externo” (p.40).
De Juan XXIII aseverará que fue “el papa más grande del siglo” (p.49), aunque
le faltasen dotes de mando para eliminar a los sectores más retrógrados de la
curia. Eso no obsta para que lo defina como “un papa que irradia amor cristiano
en lugar de poder eclesiástico”. Por Pablo VI manifiesta sentir “simpatía
personal”, pero no se le oculta que su papado tuvo “un comienzo esperanzador,
un final más bien triste” (p.132). Sobre la inopinada muerte de Juan Pablo I
(solamente se mantuvo en el cargo durante treinta y tres días) afirma: “A los
curiales, a los que en parte conozco personalmente, los creo capaces de mucho,
pero no de asesinar a un papa” (p.145). Cuando llega a la semblanza de su
sucesor, Juan Pablo II, no duda en indicar que ha dejado “una nefasta herencia”
(p.179) y que fue desde el principio un papa del Opus Dei, al que define como “Organización
secreta católico-fascista con rasgos sectarios” (p.155). Algo después (p.199)
nos dirá Hans Küng que el manipulador Joseph Ratzinger “hizo todo lo posible
para encauzar la elección papal”, y el resultado fue evidente: salió elegido y
optó por el nombre de Benedicto XVI. Era el triunfo de “el gran inquisidor y
adversario de toda reforma de la
Iglesia ” (p.208) y de un hombre que habría de verse salpicado
por “los escándalos de abusos sexuales a menores, que se extienden de continuo
y a cuyo encubrimiento él mismo había contribuido” (p.247). Con las páginas que
dedica a la “primavera vaticana” que supone la elección del actual papa,
Francisco, quien representa “un signo de esperanza” (p.264), el teólogo Kans
Küng cierra esta obra seria, profunda y controvertida, donde va mezclando
consideraciones puramente teológicas con análisis humanos, meditaciones
orgánicas y apuntes para la renovación del aparato de la Iglesia y su necesario
saneamiento.
Nos encontramos, por tanto, con un volumen que
resultará muy útil tanto a los especialistas como a los simples interesados en
el devenir de los asuntos vaticanos en las últimas décadas, y que está escrito
con tanto rigor en los términos como transparencia en la exposición. Nuevo
acierto editorial del sello Trotta.
1 comentario:
No sabia de este libro, no es una lectura habitual en mí pero es que ni lo había oído nombrar antes, que yo recuerde...
Tomo nota, al menos ya no puedo decir que no me suena, jeje.
Un besito.
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